Una misión sin reservas

Una misión sin reservas

En la bendición de Moshé a la tribu de Leví, él señala la predisposición de Aharón y los miembros de su tribu de estar dispuestos para la misión que les fuera encomendada sin reservas ni condiciones, tanto cuando ésta genera satisfacción y alegría como cuando se cobra un alto precio.

En las postrimerías de su vida, Moshé-el pastor fiel- se pone de pie y concluye el emprendimiento de su vida con la bendición de amor a todas las tribus de Dios. A pesar de que a lo largo de su vida, experimentó no poco sufrimiento por la actitud del pueblo de Israel hacia su persona, el amor de Moshé a Israel es un amor incondicional, y dicho amor nunca se anula.

Nos centraremos en la bendición concedida a la tribu de Leví: “Y a Leví dijo: Tus Urim y tus Tumim para el hombre, Tu piadoso, a quien has sometido a prueba en Masá, con quien has contendido por las aguas de Merivá. El que dice por su padre y por su madre, no lo he visto, y a sus hermanos, no reconoció; y a sus hijos, no ha conocido, pues han observado Tu palabra y Tu pacto ellos cuidan” (Versículos 8-9)

En su bendición, Moshé pide exhibir como estandarte el elemento interior que caracteriza a la tribu de Leví: la predisposición para asumir una misión sin reservas ni condiciones. Al comienzo, Moshé señala que Aharón tuvo el privilegio de que los Urim y Tumim estén colocados sobre su corazón en mérito a su condición de persona bondadosa, en la que ardía el amor al prójimo, a todo judío. La bondad de Aharón, el que “ama la paz y la persigue” le generó la humildad (Avodá Zará 20b) y esa virtud le valió portar el Urim y Tumim.

Pero también debemos saber que: no siempre la misión es acompañada por el placer y la alegría. A veces, implica difíciles pruebas e incluso amargos fracasos, como por ejemplo, en Mei Merivá, donde Dios fue sumamente estricto con Moshé y Aharón. Un emisario común, puede sentir el impacto de su misión a la hora del fracaso, y decir: déjenme. Pero los emisarios auténticos, son puestos a prueba, justamente en los momentos de crisis, para saber si continúan su camino y no retroceden. Así eran Moshé y Aharón quienes continuaron conduciendo al pueblo rumbo a la tierra, incluso después de saber que ellos no tendrán el mérito de ingresar a la tierra. Es por ello que son merecedores del elogio: “a quien has puesto a prueba en Masá, con quien has contendido por las aguas de Merivá” (Versículo 8).

Y existe una situación aún más difícil: a veces la persona debe continuar su misión incluso cuando el cuerpo de una persona yace delante de él e incluso si se trata de alguien muy cercano a él como si fuera su madre o su padre, esta es la exigencia que se le impone al Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote (Vaikrá capítulo 21, versículos 10-12) que no debe impurificarse ni aún por sus seres queridos, debido al servicio sagrado que realiza. Tras la muerte de sus hijos (Vaikrá capítulo 21, versículo 10), Aharón prosiguió con su sagrada misión, aún con un nudo en su garganta por las lágrimas. A ello se refiere Moshé al pronunciar: “El que dice por su padre y por su madre, no lo he visto; y a sus hermanos, no reconoció; y a sus hijos, no ha conocido.”(Versículo 9) Y esa es su grandeza y la grandeza de su tribu.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj de la serie "Meat min Haor", publicada por la Biblioteca Beit El con la colaboración de la organización "Orot".

 

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