Shemitá Bitajón VaHashem

Shemitá Bitajón VaHashem

Existe una gran similitud entre el Shabat, Shemitá – año sabático-  y el Yovel –jubileo-. 

Además de la similitud obvia entre el shabat y la Shemitá, que son seis períodos y en el séptimo se detiene; esto también ocurría con el man, el sexto día caía una porción doble, para que puedan alimentarse durante el séptimo día, que no iba a caer el man.  Así también en la Shemitá, Dios dice que ordenará Su bendición y el sexto año la cosecha alcanzará para el sexto, el séptimo y parte del octavo.

Una  de las enseñanzas del shabat, es saber que Dios es el creador de los cielos y la tierra: “Pues en seis días creó Dios los cielos y la tierra”, y en shemitá Dios dice: “Pues Mía es la tierra” vemos otra relación muy clara entre Shabat y Shemitá.

En Shemitá Dios dice: “Pues siervos Míos son los hijos de Israel. Mis siervos que los saqué de la tierra de Egipto” es decir recordar que somos siervos de Dios. 

En shabat dice que recordemos que nos sacó de Egipto, y como sabemos, nos sacó de Egipto, para que dejemos de ser siervos del Faraón y seamos siervos de Dios.

 Dos cosas tenemos claras, Dios es el dueño del mundo y a Él debemos servir.

El Yovel se asemeja a Shavuot. En ambos se cuenta siete shabat y el 50 es consagrado. En uno son siete semanas de siete días y en otro son siete shemitot de siete años. 

Podemos ver que la Shemitá es como un entrenamiento para el Yovel; es como un mini-Yovel, nos prepara para el Yovel. En Shemitá dejamos de trabajar la tierra y cualquiera puede entrar y comer lo que nace espontáneamente, como si no fuera nuestra. En el Yovel, directamente la tierra vuelve a sus antiguos dueños. Es decir no somos dueños para nada de la tierra. Tal como dice Dios en el versículo: “Porque Mía es toda la tierra, huéspedes y forasteros son ustedes en la Tierra” 

En Shavuot, además del aspecto de la entrega de la Torá, la festividad tiene que ver con las primicias; es cuando se trae las primicias al Templo, es decir, ser agradecidos a Dios, pues Él es el que nos da todo. 

Esto es lo que el profeta Irmiahu reclama al pueblo, que no reconocen que Dios les brinda todo y les dice 5:20-27: “Escuchad esto pueblo de tontos y sin entendimiento, que tiene ojos y no ven, que tiene oídos y no oye… Tampoco dicen en su corazón (no saben verlo) Temamos ahora al Eterno, nuestro Dios, que es el que da la lluvia temprana y la tardía, a su debido tiempo. Que guarda para nosotros las semanas fijadas de la cosechas (omer)... Hombres malvados que están al acecho, como los cazadores de aves que ponen trampas para atrapar a los hombres, así como un palomar está lleno de pájaros, así vuestras casas están llenas de mentiras y engaños” 

Es decir, que no confían que todo viene de Dios, es por eso que se dedican a hacer trampas para conseguir lo que ellos apetecen, como si fuera  que todo es de ellos y pueden alcanzar lo que se les plazca, sin que haya ningún inconveniente o alguien que lo impida. Confían en ellos mismos y sus engaños.

En contraposición, en Shavuot agradecemos a Dios, traemos las primicias ante Él, tal como lo hace el siervo ante su amo, sin atreverse a tocar nada antes que lo autorice su señor. Por más que fue el siervo el que trabajó, sembró y cosechó los frutos, igualmente no toca nada, sino hasta que su amo lo autoriza. 

Shavuot, como Shemitá, nos transmiten esta idea, que Dios es el que nos da todo. Él nos dice lo que hay que hacer y recién  entonces es que podemos comer lo que Él nos manda. 

En Shavuot reconozco que la cosecha, nuestro sustento, Le pertenece. Y en Shemitá, dejamos de trabajar la tierra, pues Él nos lo dice y nosotros obedecemos, ya que es Su tierra, no la nuestra.

Esto se ve en forma más categórica, cuando luego de la séptima shemitá, viene el Yovel, es decir luego del año 49, que es Shemitá y no se trabaja, viene el año 50 que es Yovel y tampoco se trabaja. Ahí más extrema es la prueba.  Dos años  seguidos sin trabajar la tierra. Pero para cuando llegamos a esa situación, ya estamos entrenados, ya hemos visto durante 49 años, que no es la primera vez que no trabajamos durante todo un año y a pesar de ello no nos falta el sustento, ahora podemos también hacerlo durante dos años seguidos, sin ninguna duda ni preocupación, sin preguntarnos ¿De que vamos a vivir? ¿Si no trabajamos no habrá comida? Sino que cumplirá firmemente lo que Dios le pide,  confiando plenamente en que el Señor de toda la tierra, no les va a hacer faltar el sustento si hacen lo que Él les ordena.

Volviendo al profeta Irmiahu, en 17:1-11, nos habla acerca de confiar en Dios. Allí nos dice que el pecado de ellos está grabado en la idolatría y por haber depositado su confianza en los distintos ídolos paganos. Por ser que han confiado en esos ídolos, entonces serán expulsados de la tierra de Israel, así la tierra podrá descansar los años sabáticos que ustedes han violado. 

Vemos que el profeta está, claramente relacionando la shemitá con el exilio. Por ser que no han hecho lo que Dios, que es el dueño de toda la tierra, les ha encomendado, entonces serán echados. Tal como un huésped que a pesar de ser recibido y hospedado en una casa, desobedece los pedidos de su anfitrión, y siendo un invitado, se cree el dueño de la casa y hace lo que se le da la gana.

La relación con la idolatría es que precisamente el que hace idolatría, no está depositando su confianza en Dios, que Él es el que otorga todo y que es el que decide qué darle a cada uno. En cambio, la idolatría es justamente lo contrario, piensa que las cosas vienen de otro o depende de otras fuerzas o artimañas. 

Irmiahu remata esta idea con el famoso versículo que dice: “maldito aquel que confía en el hombre, y se apoya en (la fuerza) del brazo humano, apartándose de Dios” luego continua diciendo que este tipo de personas no va a triunfar, será estéril como viviendo en el desierto. Por otro lado nos dice: “Bendito el hombre que confía en Dios y Dios es su confianza” y luego nos dice que este tipo de individuo será fructífero como un árbol sembrado a orillas de un manantial.

Resumiendo, hasta aquí, hemos visto la relación entre Shemitá y el Yovel con la confianza en Dios, como así también Shavuot. Nos queda ahora ver esta misma relación en el Shabat. 

El comentarista Meshej Jojmá se cuestiona: Si el shabat es una idea universal, que Dios creó el mundo en seis días, ¿Por qué solo el pueblo de Israel está obligado a cumplir el Shabat? ¿Por qué no todo el mundo? La respuesta es que para poder cumplir el Shabat, hace falta tener mucha fe y confianza en Dios, porque se nos pide que un día entero dejemos nuestros trabajos, nuestras ocupaciones, etc., podríamos temer: - ¿Qué va a pasar con mi trabajo? ¿Qué voy a hacer con todo lo que voy a perder? ¿Cómo puedo dejar sin atender mis asuntos un día entero?  Es por eso que le fue encomendado solo al pueblo de Israel, pues ellos sí lo pueden hacer, porque ellos ya tienen la cuota de confianza que es necesaria, ellos ya han visto cómo Dios los ha mantenido en el desierto, cómo los mantiene durante los años de Shemitá, etc. Al ver cómo Dios vela por ellos y Su providencia Divina está con los que van por Sus caminos, entonces su fe y confianza en Dios se verán fortalecidos, pues no solo lo han escuchado, sino que han experimentado y vivenciado la bendición de Dios para los que van en Sus caminos.

Es por eso que luego de cada Shemitá está el precepto de Vahakehel, en donde el rey  lee toda la Torá ante todo el pueblo y se renueva el pacto con Dios. Este precepto recae justo en ese momento pues, es precisamente ahí, cuando están por volver a sus trabajos y quehaceres diarios, es importante recordarles de tener a Dios presente e ir en Sus caminos, en forma íntegra y correcta, sin artimañas ni depositando su confianza en otra cosa, pues es Él el que nos da todo.  El éxito de las cosas no solo depende del esfuerzo humano. 

Cada tres años tenemos el precepto de dar el diezmo para los pobres y más aun, en el año de la shemitá se condonan todas las deudas. El individuo, naturalmente, podría pensar que esto es algo que lo va a perjudicar y hacerle perder dinero. Es por eso que enseguida nos dice: “para que Dios te bendiga en todos tus emprendimientos” es decir, a pesar que lógicamente podría pensar que esto lo va a llevar a perder, en realidad no va a ser así, sino que Dios le  va a enviar más.

Pero cuidado, No se trata de tener fe ciega en Dios y no prestar atención a la lógica, sino que esa es la lógica, se trata de hacer lo que Dios dice y entonces voy a triunfar. Si voy en Su camino entonces me bendecirá, si doy a los pobres, Él se complacerá, pues hago Su voluntad y entonces  me va a dar más para que pueda continuar haciendo Su voluntad. Si soy un buen huésped y hago todo lo que el dueño me dice, entonces mi anfitrión me va a hospedar más y mejor, si no, me hecha y no me da nada.

En Vaikrá Versículo 25:18-21 dice que si vamos a cumplir todo lo que nos encomendó acerca de la tierra, entonces Dios nos va a mandar Su bendición y habrá comida por tres años.

Es por eso que no va en contra de la lógica, pues nos explica que así funciona la regla de Dios: si respetan todo, habrá bendición.

Irmiahu luego de decirnos que debemos confiar en Dios, nos dice (17:10)  que Dios paga a cada hombre acorde a sus actos.

Es claro, que confianza en Dios, no necesariamente es suponer que todo va a estar bien; sino que en primer lugar quiere decir, tener bien firmemente en nuestra mente que todo viene de Dios y que él nos paga acorde a nuestras acciones. Como dice Meshej Jojmá, en relación al man del desierto, si van con Dios, nada les va a faltar, es por eso que con el man nos habla de que era una prueba, es decir nos prueba, nos demuestra,  que si va con Dios, Él le manda lo que cada uno merece.

Esta es la idea primordial de la Torá, es decir, que Dios le paga al individuo acorde a sus actos, a lo que se merece. No es un mundo librado al azar, en donde cada uno debe velar por sí mismo, pensando que no hay quién juzgue o dirija el mundo. Sino que hay un Dios que vigila y observa nuestro accionar y paga a cada uno acorde a sus actos, exactamente lo que se merece. Providencia Divina.

No se trata de que Dios le manda a cada uno acorde  a quien más confía, o a quien más reza, etc. sino que le envía lo que se merece, si ese individuo es una persona justa y va en los caminos de Dios, entonces le envía más; si no, no. 

Una persona mala, que miente y engaña, Dios no le va a enviar lo que esa persona le pide si no lo merece, por más que rece mucho, de lo contrario sería injusto. No  puede ser que haga lo que le plazca y ahora reza y ya obtiene lo que quiere… A menos que se arrepienta y entonces se merece algo mejor, pues ahora está comenzando a ir por Sus caminos, por lo tanto merece algo más, él escucha la voz de Dios, entonces ahora Dios escuchará su voz.   

Si reconoce a Dios y es consecuente con sus actos entonces Dios lo ayuda.

Es por eso que todo este tema viene justo antes de la Parashá de Jukotai, pues allí se establece el pacto entre el pueblo y Dios. Estos conceptos son básicos, deben anteponerse y ser mencionados antes, pues sobre estas ideas es que se establece el pacto.

El bitajón, confianza en Dios,  debe reflejarse en sus actos y en sus pensamientos, acorde a esto Dios le enviará la salvación que merece.

Este pacto es antes de entrar a la tierra de Israel (están saliendo de Sinai hacia  Israel), el mensaje parece ser: heredarán la tierra, si van en el camino de Dios. Pues la Tierra es de Dios, si ustedes desconocen esto y hacen lo que se les da la gana, entonces serán expulsados de ella, pues no es de ustedes. 

Todo es de Dios, nada es nuestro, por eso no podemos comprar o vender la tierra de Israel para la eternidad, sino que al cabo de 49 años la propiedad vuelve. Y a pesar que vuelve a los antiguos dueños, Él les ordena no trabajarla, es decir, ustedes no deciden, no es de ustedes la tierra, es Mía.

La Parashá concluye diciendo: “Yo soy el Eterno, vuestro Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para darles la tierra de Israel y ser para ustedes Elokim” es decir, nos sacó de la esclavitud y nos hospeda en esta tierra, con la condición de que sepamos (y actuemos consecuentemente) que Él es dueño del mundo, Él es lo más importante y el Señor de todo.

Alguien puede decir, que él reconoce a Dios y cree en Él, pero no cumple los preceptos. En realidad esta persona está en un gran conflicto, pues al no hacer lo que Dios le dice y trabaja los 7 días de la semana, sin respetar el shabat, es porque este individuo, no cree que Dios es el que maneja todo y Él es el que envía todo, sino que esta persona, cree que todo depende de su propio esfuerzo. En realidad cree que Dios existe, pero no cree que Él maneja todo.

Por un lado sabemos que debemos tener bitajón en Dios, pero por otro lado, sabemos muy bien que la Torá nos ordena que no nos apoyemos en que Dios va a hacer un milagro por nosotros en cada momento, sino que debemos hacer lo que está en nuestras manos. 

El individuo no puede sentarse en el medio de la calle, mientras el semáforo está en verde para los autos, y esperar que Dios haga un milagro por él. Igualmente, si está enfermo, debe acudir al médico y no tener confianza en que Dios lo va a curar, sin que él haga nada. O quedarse en su casa sin ir a trabajar y esperar que Dios le mande el sustento.
 
Se impone entonces la pregunta: ¿Cómo saber cuál es el equilibrio justo entre bitajón –confianza en Dios- e Ishtadlut – hacer lo que está en mis manos sin esperar que Dios haga un milagro?

Bitajón vaHashem – confianza en Dios-   no es aquel que confía ciegamente y se queda sin hacer nada. Sino que Bitajón, es aquel que está seguro que el camino de Dios, es decir el de la Torá, es lo correcto, que es el único camino para triunfar en este mundo y alcanzar el objetivo final. (Triunfar en este mundo no quiere decir ser rico o bienaventurado en este mundo)  

Por lo tanto, el verdadero bitajón en la práctica, es hacer lo que la Torá me pide y luego tener la confianza de que Dios va a hacer lo que merezco y al ser que hice lo que Él me pidió entonces, y recién entonces, Él hará lo que es bueno para nosotros.

Una vez que tengo claro esto, entonces queda bien definido el límite entre bitajón e Ishtadlut.  Yo debo hacer todo lo que está en mis manos para hacer todo lo que Dios me encomienda. Es decir, hacer lo que Dios quiere que haga en esa situación, por ejemplo: si está enfermo, ir al médico (previamente rezar a Dios para que le otorgue al médico la sabiduría para curarme) Si cruzo la calle, observar bien que no vengan autos. Trabajar para conseguir sustento. Pero todas estas cosas hacerlas a la manera que la Torá establece, sin engañar o mentir. 

Atención, no debe irse al otro extremo, por ejemplo, si tiene que trabajar, ese es su ishtadlut, eso no quiere decir que lo va a hacer a su manera, es decir, trabajar en shabat, mentir o robar en el trabajo, etc. Sino que debe hacerlo a la manera que Dios lo establece, a pesar que le parezca que de esa manera va a ganar menos. 

Después de eso, ahí es donde comienza el bitajón, es decir, yo sé que hice lo que tenía que hacer acorde a lo que Dios nos enseñó y ahora estoy seguro que Dios va a enviarme lo que merezco. (Y por ser que fue por el camino correcto, le enviará lo bueno) 

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