David y Shaúl llegan a Ein Gedi (Versículos 1-7)

Como parte de la persecución, David huye a Ein Gedi y tras sus huellas, el rey Shaúl. Shaúl no encuentra a David, pero David lo encuentra a Shaúl. Los hombres de David intentan persuadir a David para que atente contra Shaúl y él le rompe su prenda: “y cortó a escondidas la punta del manto de Shaúl” (Versículo 4). De inmediato, David se arrepiente por lo hecho, pero sus siervos le imploran que le haga daño a Shaúl. David se encapricha en que no hay que hacerle daño al “ungido de D-s”, una persona que fue ungida para ser rey.

El discurso de David (Versículos 8-15)

A pesar de que David no está interesado en causarle daño físico al rey Shaúl, sí está interesado en mantener con él una conversación abierta y sincera. David se dirige a Shaúl y le pregunta por qué lo persigue. ¿Acaso alguna vez David quiso hacerle daño a Shaúl? David exhibe así su argumento de que hubiera podido hacerle daño ahora, pero se abstiene de hacerlo.

El discurso de Shaúl (Versículos 16-22)

Shaúl escucha las palabras de David y no puede permanecer indiferente. Shaúl califica a David como “Hijo mío”, llora y dice: “Tú eres más justo que yo, porque tú me has devuelto el bien, mientras que yo te he devuelto maldad “ (Versículo 17). No sólo que reconoce el pecado, sino que también  reconoce que David es el rey de Israel: “He aquí, sé que reinar, reinarás, y que el reino de Israel será establecido en tu mano”  (Versículo 20). Shaúl le pide a David que no le haga daño ni a él ni a su familia y se separan en paz, hasta la próxima vez.