Una reprimenda al pueblo (Versículos 1-7)

El profeta comienza la profecía con el siguiente llamado: “¡Oigan esto, oh sacerdotes, (y escuchen, los de la casa de Israel), y los de la casa del rey, presten oído” (Versículo 1). Y a partir de ello, critica al pueblo. Describe  cómo sus graves actos no les permitirán retornar a Dios: “Sus acciones no (los) dejan volver a su Dios, porque el espíritu de fornicación reside dentro de ellos, y así no conocen al Señor” (Versículo 4). Hasta el rey de Israel pecará como el pueblo. En una etapa determinada, el pueblo deseará a Dios a través de las ofrendas pero “mas no Le hallarán; Él se ha retirado de ellos” (Versículo 6)

Calamidad y distanciamiento de la Divinidad (Versículos 8-15)

El profeta convoca al pueblo para que toquen el Shofar en las ciudades principales del reino de Israel a fin de persuadirlos de la calamidad próxima a llegar: “Efraim será una desolación en el día de castigo; entre las tribus de Israel he dado a conocer lo que es cierto” (Versículo 9). En esta instancia, el profeta ata el destino del reino de Iehudá con el destino del reino de Israel “Por tanto Yo seré como polilla a Efraim, y como carcoma a la casa de Iehudá… Porque Yo seré como león para Efraim, y como leoncillo a la casa de Iehudá; ¡Yo, Yo arrebataré la presa, y Me iré; Me la llevaré, y no habrá quien Me la quite!” (Versículos 12-14). A raíz de la calamidad, Dios “Dios retorna a su lugar”, hasta que el pueblo de Israel se dirija a Él “Yo, pues, iré, y Me volveré a Mi lugar, hasta tanto que ellos reconozcan su ofensa y busquen Mi rostro: en su adversidad Me buscarán con empeño” (Versículo 15).