¿Quién me llama por mi nombre?

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Ya es de noche. Shmuel está acostado en el palacio de Dios. De repente escucha una voz que lo llama. De inmediato Shmuel dice “aquí estoy” y se presenta ante Elí. Elí no comprende qué es lo que el joven desea, y le indica que vuelva a dormir.

¿Eres tú nuevamente?

Nuevamente se oye la misma voz. Una vez más Shmuel se dirige a Elí. Elí sigue sin entender de qué está hablando Shmuel. El joven vuelve a dormir e intenta comprender esa extraña voz que lo llama. Él no sabe que es el mismísimo Dios quien lo está llamando: “Pero Shmuel, aún no conocía al Señor, pues todavía no se le había revelado la palabra del Señor”.(versículo 7)

Ya no sé quién es…

Nuevamente la misma voz. Shmuel escucha las palabras de su maestro y dice: “Habla, que Tu siervo escucha."(versículo 10). Shmuel omite el nombre de Dios del texto que Elí le indica, tal vez porque aún no internaliza que es Dios el que habla con él, ya que “la revelación del Señor era rara en aquellos días; las visiones no eran nada comunes“(versículo 1). Ahora Dios le transmite a Shmuel su profecía acerca del destino de la casa de Elí (la familia de Elí), tal como leímos (vimos) en el capítulo anterior. Shmuel le transmite estos conceptos a Elí a pesar del miedo y así con esta fuerte expresión (manifestación) termina el capítulo. “Y Shmuel se hizo hombre; y el Señor estaba con él, y no dejó caer en tierra ninguna de todas sus palabras.“ (versículo 19) . El joven Shmuel se convierte en "Shmuel el Profeta".