Preguntas de Abarbanel, Deuteronomio 17

Preguntas de Abarbanel, Deuteronomio 17

1   "Cuando hayas entrado en la tierra que te da el Eterno tu D-s y la hayas conquistado, y dijeres: Voy a poner sobre mí un rey, como todos los pueblos vecinos, pondrás sobre ti al rey que escogiere el Eterno tu D-s.  Será uno de tus hermanos, no un varón extraño que no sea tu hermano; él no tendrá más caballos de los que necesite...  ni tampoco mujeres en abundancia...”

(Deuteronomio 17, 14-20)

Pregunta:   Al ser ésta una Mitzvá de la Torá (Poner un rey al entrar a la tierra de Israel, así como está escrito en el tratado de Sanedrín cap. 23),   ¿Cómo es que Josué al entrar y conquistar la Tierra no nombró inmediatamente un rey para cumplir así con esta Mitzvá?;  Más adelante, cuando el pueblo le pide un rey al profeta Samuel (ver Samuel I, cap. 8), ¿por qué se enoja y reprime al pueblo por haber hecho esta petición?

Respuesta: 

Abarbanel, en este ensayo sin precedentes, cita a varios de los comentaristas anteriores a él, que arguyeron diversas respuestas a este cuestionamiento:

El Rambam (Maimónides) opina que el pueblo de Israel, en los tiempos de Samuel, no pidió un Rey para cumplir con la Mitzvá sino por querer liberarse del liderazgo del profeta. Esta idea se apoya también en su pedido de rey “como todos los pueblos” (Samuel I 8,5), queriendo beber ideas de manantiales ajenos. 

Sin embargo, Abarbanel rechaza este argumento, ya que el mismo texto de la Torá acepta la comparación, como está escrito: “Como todos los pueblos vecinos”  (ibid 17,14).  De este punto de vista, el enojo de Samuel no está justificado, ya que la misma Torá contempla esta comparación como válida.

Antes de exponer su respuesta, Abarbanel plantea dos introducciones:

En la primera analiza el concepto filosófico de la monarquía. ¿Acaso es ésta la forma ideal de gobernar?  La misma época que le tocó vivir lo lleva a concluir que resultan más efectivos los dirigentes elegidos por el pueblo y por periodos temporales, que las dinastías y familias reales con poder absoluto y puestos vitalicios.  Quien sabe que sólo esta en el poder por un tiempo y que luego podrá ser juzgado por sus actos, tendrá más cuidado en sus formas de gobernar.  ¡Que idea tan revolucionaria para el siglo XV!  Ya entonces comenzaban brotes de democracia en provincias como Venecia y Florencia, fungiendo como prototipo ideológico.

En la segunda introducción cuestiona si en el mismo pueblo de Israel, la época de los reyes fue una situación ideal.  Realmente, al observar las páginas del libro de Melajim (Reyes I y II), se da uno cuenta de tantas y tantas barbaridades y atrocidades que la mayoría de los reyes cometieron, desde el rey Yerobaam hasta Menashé entre otros.  No nada más afectaron al pueblo espiritualmente alejándolo del camino de D-s, sino también social y económicamente.

Finalmente, la tesis de Abarbanel es que el poner un rey no es una Mitzvá a priori (Lejatjila) sino el remedio para un mal previo; ¿A qué se puede comparar? Un ejemplo puede ser la Mitzvá del divorcio (Deut. 24), donde definitivamente no nos está ordenando D-s divorciarnos, pero si ya se llegó a un punto de incompatibilidad, tenemos la Mitzvá de realizar el Divorcio como lo ordena D-s.

La Mitzvá aquí entonces no es pedir un rey, sino que en el momento en que se llegue a una situación donde el “Ietzer Hará” (instinto del mal) nos tiente a tal grado de querer imitar a nuestros vecinos y sus ideologías, habremos efectivamente de poner un rey, ajustado a las directrices y parámetros que D-s nos dio (que no tenga muchas mujeres, ni muchos caballos, etc).

Una comprobación de esta teoría es que el mismo Samuel, aún cuando se enojó, finalmente fue él mismo quien ungió a Saúl como el primer rey de Israel.  ¿Cuándo habíamos visto que un padre se enoja cuando su hijo le pide un dulce y luego inmediatamente se lo da?  Así entonces, aquí el pueblo habría de cumplir la ordenanza de D-s.

Ya habiendo caído en este nivel, no ideal, la restitución y elevación se habría de llevar a cabo por medio del reinado precisamente; por ello aún hoy, esperamos fervientemente la llegada el Rey Mesías descendiente de David.

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