No ví ni escuché

No ví ni escuché

La persona tiene la obligación moral de dar testimonio por un crimen que ha visto. Así es en lo concerniente a las leyes de la Torá (según las cuales aquel que no prestó testimonio debe traer un "Korbán Asham", un sacrificio expiatorio por la culpa del pecado), y así lo es también de acuerdo a las normas jurídicas vigentes en la actualidad.

La sentencia “está exento de la ley humana pero no de la ley Divina” es del tipo de frases que poseen un gran consuelo, que calma cuando sentimos que se nos ha cometido una gran injusticia, pero aquel que debe rendir cuentas ante la justicia no fue detenido. ¿A quién se persigue desde la justicia Divina a pesar de que las personas no pueden o no desean hacerlo? Uno de los cuatro casos que menciona Rabí Iehoshúa en el Tratado de Baba Kama (Página 55, carilla 2) es: “aquel que sabe dar testimonio en favor de su amigo pero no lo hace”. El origen de esta obligación jurídica está precisamente arraigada en el episodio de los Korbanot (sacrificios, ofrendas) citados en el comienzo del libro Vaikrá:” Una persona, cuando incurriere en error oyendo abjuración siendo  testigo: o vio o tuvo conocimiento, si no declarare, cargará con su iniquidad” (Versículo 1).Quien debe ser convocado y prestar testimonio ante el tribunal y controló su testimonio-carga con su iniquidad. No obstante, nadie sabe qué es lo que vio o qué es lo que sabe, sin embargo el pecado del silencio lo sigue acompañando en todo lugar, la pesada carga ralentiza los pasos. Llegado el momento, en el cual desee retractarse por su accionar, deberá traer un sacrificio expiatorio “y será que cuando resultare culpable en uno de estos habrá de confesar por el pecado en el cual ha incurrido. Habrá de traer sacrificio expiatorio por su culpa ante El Señor por su pecado en el cual ha incurrido” (Versículos 5-6)

La Mishná en el Tratado de Sanhedrín (Capítulo 4, Mishná 5) le otorga al versículo de Vaikrá una explicación que excede la norma social y navega hacia los distritos de contemplación filosófica de la esencia humana” “¿Cómo se puede amenazar a los testigos? Los hacían ingresar y los amenazaban…sabían que las leyes de vidas humanas no era como las leyes en materia de dinero; en lo concerniente al dinero, la persona da su dinero y es expiado y en las leyes relativas a vidas humanas, su sangre y la de su descendencia dependen de él hasta el fin del mundo…por ello el hombre fue creado para indicar que todo aquel que elimina una vida humana, es considerado como si hubiera eliminado todo un mundo y todo aquel que mantiene una vida es considerado como si hubiera salvado a un mudo entero…y tal vez se pregunten ¿qué tiene que ver esto con nosotros? Pues ya fue dicho “siendo  testigo: o vio o tuvo conocimiento, si no declarare, cargará con su iniquidad” o tal vez digan ¿qué tenemos que ver nosotros con la deuda de este individuo? Como ya fuera dicho “y cuando perecen los inicuos hay algazara” (Mishlei, Proverbios, capítulo 11, versículo 10)

Según la perspectiva de la Torá y los comentarios de Jaza”l (nuestros Sabios de Bendita Memoria), el miembro de una comunidad religiosa no puede desentenderse de su obligación ciudadana, ya sea por instrucción jurídica, o a partir de criterios morales que ven en cada persona un mundo entero, una criatura única con derecho, entre otras cosas, a un juicio honesto y apropiado. ¿Por qué se le deben dedicar extensos renglones a la obligación del testimonio? Porque en ciertas ocasiones es muy tentador mirar para el otro lado y continuar la rutina en lugar de involucrarnosen la situación, con la que no tenemos relación alguna. La legislación israelí contemporánea conoce también sobre la tentación del desentenderse y por ello reglamentó el deber de ayuda al prójimo por medio de normas legales como por ejemplo la ley de “No permanezcas (como cómplice) ante la sangre de tu prójimo” y el deber de denunciar por casos de maltrato a los indefensos. Finalizaremos con los bellos conceptos de Janán Porat Z”l (de Bendita Memoria) quien promovió el anclaje del deber moral por medio de la ley “No permanezcas (como cómplice) ante la sangre de tu prójimo”

 “No habríamos necesitado esta ley si-realmente estaríamos en una situación de ética natural, según la cual una persona que ve a otra en situación de apremio, no dudaría, y se involucraría y lo salvaría, aun cuando ello le hubiera deparado cuantiosos gastos y hasta algún riesgo para su integridad física. De todos modos, hemos pensado en el contexto de casos muy lamentables ocurridos en los últimos años y en el contexto de la voluntad de establecer una norma que ancle la ética judía, que establece “No permanezcas (como cómplice) ante la sangre de tu prójimo" ya que no puedes ponerte del lado opuesto cuando ves a tu prójimo en peligro, y tu prójimo es una persona, sea judía o no judía, toda persona por el sólo hecho de serlo, grande, pequeño, hombre, mujer, debes extenderle tu mano y salvarlo”

Gentileza de la asociación "Iesodot"-Centro para el esclarecimiento de temáticas de Torá y Estado, del Instituto Académico Herzog

 

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