Moshe no puede entrar a Israel

Moshe no puede entrar a Israel

Moshé prosigue el relato de las vicisitudes del pueblo judío en el desierto, y no puede menos que lamentarse por su triste suerte. Él, el conductor y el guía, que guió al pueblo durante 40 años de travesía en el desierto, no puede alcanzar la meta soñada, Eretz Israel. Cuánto dolor se entrevé en cortas y pocas palabras que Moshé dedica a su plegaria:

"Señor tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu fuerte diestra, pues qué Dios hay en el cielo ni en la tierra que hagan según tus obras, y según tus valentías?

Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra, que está más allá del Jordán...." (Debarim III - 24, 25).

Más la sentencia ya estaba dictada, y a Moshé solo se le permitió un último favor:

"Sube a la cumbre del Pisga, y alza tus ojos al occidente, y al aquilón, al mediodía y al

oriente, y ve por tus ojos, pues no pasarás este Jordán".

El destinado a cruzar el Jordán frente al pueblo es Joshua (Josué)' que ya dirigió al pueblo en su lucha contra Amalio y que estaba embebido de las enseñanzas del gran maestro. Moshé en cambio debe morir en el desierto, con la generación que tanto amó y a la que durante los duros cuarenta años transmitió la palabra divina.

Termina Moshé el corto y triste relato, y lo termina con la profecía del futuro establecimiento del pueblo judío. La épica y la lírica han acabado ya su misia. Los trovadores y los poetas, los historiadores y los críticos podrían ya estar satisfechos, pero no Moshe. La misión de Moshe aún no ha terminado:

"Ahora pues, oh Israel, oye los preceptos y derechos que yo os enseño, para que los ejecutéis y viváis, y entréis y poseas la tierra que el Señor os da" (Ir, 1).

Cualquier otro conductor hubiese estado satisfecho con el pasado, Moshé lucha sin embargo  por el futuro. El no podrá ver la tierra prometida, pero su conciencia, su deber le obliga a inculcar al pueblo sus deberes en el "más allá del Jordán" que él no pisará. Y he aquí nuevamente el principio máximo de la Torá„ que cual la savia circula por sus hojas, la unión entre la materia y el espíritu

. La máxima aspiración de Moshé nos parecería es solamente llevar al pueblo judío a Eretz Israel, en tal caso herraríamos. Con la Eretz Israel material, Moshé no está conforme, el siente que el pueblo judío precisa la Eretz Israel espiritual, es decir la   Torá, y por lo tanto en este misma Parashá es donde recapitula los “Diez mandamientos", y donde nos entrega el versículo que habría de ser el símbolo máximo del judaísmo

                        “Oye Israel, el Señor es nuestro Ds’ el Señor es único".

Vemos en esta Parasha desarrollada una de las máximas Mitzvot del Judaísmo, la TEFILA.

"Oye Israel el Señor es nuestro Ds’, el Señor uno es"

“Y amarás al Señor tu Ds’, con todo tu corazón con toda. Tú alma y con todo tu poder. Y estas palabras estarán sobre tu corazón…” (VI 4-6). En estas pocas palabras, esta condensada la máxima Mitzva de la Torá “Ahavat Hasem”: ”El amor a Ds’”.

“Oye Israel", sin embargo esta fórmula dicen los Jajamim no se dirige a los oídos sino al corazón. "Oye Israel, en cualquier idioma que oigan cuando no entiendas lo que oigas, pues lo que aquí te dicen no está dirigido a tu cuerpo, sino a tu alma. Es aquel donde el Judaísmo llega a su máxima.

 El verdadero servicio divino se re riza pues no con los actos, sino con el corazón con el alma. Y por ello es que los Jajamim ven lo principal en la Kavaná es decir la "intención”, y el "sentimiento” que se pone en la oración. Si cuando el cochero y el profesor verbigracia, nos dicen los Jajamim se unen todo bien mientras cada uno conserve su lugar. "Que hace sin embargo el profesor en la carreta, y el cochero en la cátedra”?. Si en la Tefilá siguiente esta simple pero bella analogía nuestros labios emiten magnas oraciones, y nuestros pensamientos vagan por otros lares, estamos invirtiendo el verdadero orden. Estamos consagrando la materia, mientras que denigramos al espíritu.

 La Tefila sin Kavana sin intención pierde gran parte de su valor y de su significado y no cumple el primer principio de la Torá: “Oye Israel”                                                                                                                       

שמע ישראל, ד" אלוקינו ד" אחד

Es interesante al analizar este pequeño versículo, observar que la última letra de la primera y última palabra están en, la Torá escritas más grandes que todas las demás. Estas letras son la Ain y la Dalet.  El BAAL HA TURÍN explica esta singularidad, diciendo que esas dos letras, componen la palabra hebrea עד es decir testigo, que nos recuerda el versículo del profeta "Vos sois mis testigos, ha dicho el Señor”. Aquí vemos desarrollado un profundo pensamiento, cada judío al decir es Shemá en sus diarias oraciones, atestigua con él la Divinidad del Señor. Si analizamos la naturaleza toda veremos que cada objetos cada criatura nos canta la gloria de Ds’.

La naturaleza inerte con su existencia nos muestra al Señor, pero el hombre no solo debe hacerlo con su existencia ni aun con su sola creencia, sino con sus actos. Al decir el Shemá, no es lo más importante la profesión de la fe, “la creencia", sino la realización de la vida toda según los ideales de la Torá. Es por ellos que el Shema, es también principalmente la “aceptación del Reino-divino”, es decir la realización en los actos de los principios morales y religiosos.

Parecería que Ds' fuera según la Torá solamente un Ds' nacional, sin embargo aquí mismo vemos el carácter errado de esta doctrina. El pueblo de Israel solo cree en su Ds' como verdadero, pero posee la firma y segura convicción de que su Ds' el Señor es el unico, Y vemos como RASHI el gran exegeta bíblico nos dices:

ד' אלוקינו ד' אחד:  "ד' שהוא אלוקינו עתה ולא אלקי האדמות ע''א הוא עתיד להיות ד' שנאמר (זכריה יד) ביום ההוא יהיה ד' אחד ושמו אחד"

Rashi se detiene aquí sobre la peculiaridad idiomática "el Señor es nuestro Ds', el Señor es único", y principalmente esa triple repetición. Más Rashi ve aquí una importante idea, y la expresa en sus simples y bellas palabras "El Señor que es nuestro Ds', y no el de los pueblos         idólatras, el Señor es único", será también un día universalmente reconocido por todos, como está escrito: (Zejaria XIV): "Y en aquel día será el Señor uno y su nombre uno”.

Si bien existe una diferenciación entre Israel y los demás pueblos, si bien el único que entre los paganos conserva intactos y puros los mandatos divinos, el Señor no es solamente su Ds’. El pueblo judío es solo testigo de Ds' en el mundo, pero no ejerce sobre el monopolio y llegará el día, han visto los profetas, en que todas las naciones del mundo lo reconocerán y adoraran. Esta misma peculiaridad es observada por otro exegeta quien ve en ella una alusión a un gran  principio del judaísmo. En las oraciones de los días austeros„ de los Iamim Noraim, es decir, Rosh Hashaná y Iom Hakipurim, encontramos una pequeña plegaria de loa y alabanza al Señor.

"לבושו צדקה, מעטהו קנאה נאפד נקמה, סתרו יושר."

“Su vestimenta es la justicia, su manto el celo, Revestido de venganza, su secreto es la rectitud”. Al recorrer la plegaria de los Iamim Noraim, casi no reparamos sobre esta que nos parece 'sin significado, más sin embargo aquí vemos una profunda intención, si bien su revestimiento es la venganza, su secreto, es decir la verdad interior es la rectitud. Sus vestimentas son de justicia, sólo su manto exterior nos parece de celo.-En cierta manera veríamos el castigo de Ds’ como vemos actos de celo y de venganza, pero realmente no es así, pues no podemos ver a Ds' como vemos a un simple mortal.

El castigo, el mal no es una expresión de venganza, es solo justicia, más justicia que tiende a hacer volver al pecador por la senda del bien. Cada uno de los males del mundo son sirenas de alarma que nos recuerdan que nos hemos desviado de la justa senda.

Y aquí también poseemos la clave para entender nuestro pequeño y magno versículo. La kábala  y el Talmud observan que las dos distintas expresiones con que nos referimos a Ds’: HASHEM Y ELOKIM  se refiere la primera a la Midat Harajamim y la segunda a Midat Hadin es decir el principio de la misericordia y el de la severidad respectivamente. El versículo nos muestra sin embargo ד' אלוקינו ד' אחד los dos principios están identificados con uno y nacen de la bondad del  Señor que trata de reformar a sus criaturas conduciéndolas por la senda del bien.

Si seguimos compenetrándonos en el Shema, notamos que mientras todos los versículos están escritos en plural, los primeros están en singular:

 “ואהבת את ד' אלקיך בכל נפשך ובכל מאדךץ והי הדברים האלה אשר אנכי מצוך היום על לבבך”

“Y amarás al Señor tu Ds' con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu poder. Y estarán estas palabras que yo te ordeno hoy sobre tu corazón” (VI 5,6).

El temor y el amor a Ds' no son sino preceptos internos, individuales. Si la mayoría de las, Mitzvot son preceptos colectivos para toda la comunidad de la cual la comunidad es responsable, estos dos son personales e íntimos. Aquí llegamos a la concepción de la grandeza del alma humana. A pesar de que el hombre sea solo un individuo sin mayor importancia numérica, cada individuo es un mundo en sí y de por sí, y cada hombre, dicen los Jajamim está obligado a decir: “Bishvili Nibra Haolam” El mundo ha sido creado para mí”. La única manera de llegar a la verdadera perfección total es que cada uno de los individuos llegue a la propia perfección y no podremos llegar a la educación de la comunidad si previamente no hemos educado a cada uno de los individuos.

Un segundo principio nace aquí: "Y amarás al Señor...y estarán estas mis palabras sobre tu corazón!”. Cómo es posible amar al Señor, cómo es posible conocerlo? Solo por intermedio de su Torá, Si quieres realmente amar a Ds’, deberán estar sus palabras sobre tu corazón. No basta con que se la acepte lógica e Intelectualmente, ellas deben penetrar en los más íntimos arcanos de nuestra alma, y al quieres amar al Señor solo lo lograrás si “estas mis palabras” estarán en tu corazón, es decir sólo por intermedio de los principios moral-religiosos, por intermedio de las Mitzvot, de la realización práctica llegarás a la máxima meta de la Torá.

“Y amarás al Señor con todo tu corazón, tu alma y tu poder”.-

 

 

 

 

 

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