Moshé no es Dios

Moshé no es Dios

La Torá, en su final, perpetúa el pecado de Moshé, pecado por el cual Dios no lo perdonó, todo ello a fin de enfatizar la humanidad de Moshé para que no lo transformen en una deidad.

La Torá concluye con palabras que relatan acerca de Moshé y su muerte. Cuarenta años de entrega a Dios y al pueblo, y al final de los mismos, Moshé no tiene el mérito de hacer ingresar a los hijos de Israel a la tierra prometida, y todo por un pecado.

El párrafo en el cual Moshé, que nunca pidió algo para sí mismo, le suplica a Dios que le permita ingresar a la tierra (Capítulo 3, versículo 23-25) y señala que “Dios no me escuchó”, es de los párrafos más tristes de la Torá y de los más intrigantes. ¿En tantas ocasiones Dios le perdonó al pueblo de Israel por sus pecados y justamente ahora a Moshé no le perdona su pecado?!

Parece que la respuesta a esta pregunta está relacionada con el pueblo y no precisamente con Moshé, con el peligro de que el pueblo convierta a Moshé en Dios. He aquí que Moshé es el que hizo los milagros y maravillas en Egipto y en el desierto, es él quien ascendió a las alturas y su rostro es el que proyecta un brillo interno (Shemot capítulo 34, versículo 30). Un pequeño paso marca la diferencia entre “Moshé, el profeta de Elohim” (Capítulo 33, versículo 1) y “Moshé es Elohim”. Si se hubiera consumado dicho peligro, seguramente hoy seríamos adeptos al “Mosheísmo”, nos prosternaríamos ante su imagen y la adoraríamos. Por consiguiente, Moshé debía pecar y que su pecado no sea perdonado. Su pecado quedó grabado en la memoria, y le recuerda al pueblo de Israel, que al final de cuentas, él también es una persona.

El pecado de Moshé, también está relacionado con esta sospecha, ya que Moshé recibió la orden de hablarle a la roca y sin embargo él la golpeó, o sea, las aguas fluyeron de la piedra a raíz de una acción de Moshé, y así era posible pensar que el milagro emanó de su poder y no del poder de Dios, (Bamidbar capítulo 20, versículos 11-12). El versículo “pero no ha conocido hombre alguno su sepultura hasta el día este” (Capítulo 34, versículo 6) es fundamentado por el Midrash, a partir de la sospecha de que tal vez, el sitio de la sepultura se pueda llegar a convertir en un lugar de adoración: “¿Y por qué no es conocido el lugar de la sepultura de Moshé? A fin de que el pueblo de Israel no se dirija al lugar y lo convierta en el Gran Templo y eleven allí sus ofrendas y sacrificios” (Midrash Lekaj Tov, Parashá Vezot Haberajá)

La preocupación, tampoco cesó  en épocas posteriores, y este es el motivo por el cual el nombre de Moshé, prácticamente no aparece mencionado en la “Hagadá de Pesaj” (la narración de Pesaj). Moshé es mencionado solamente una vez en el relato de la “Hagadá”, una vez que es catalogada como la excepción que confirma la regla: “Presenció Israel  el poder grande que ejerció Adonai en Egipto, veneró el pueblo a Adonai  y tuvieron fe en Adonai y en Moshé , su servidor” (Shemot capítulo 14, versículo 31).

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"), publicado por Maguid.

 

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