Metzorá

Metzorá


Preguntas
• ¿Qué  enfermedad era esta?
• ¿Se trataba de una enfermedad en la piel, en la ropa o en las piedras de la casa?
• ¿Acaso era una enfermedad común de aquella época?
• ¿Tenía cura esta enfermedad?
• ¿Por qué  o para qué venia esta enfermedad?
• ¿Por qué  es tan grave?
Respuestas 
Como es sabido, los sabios de Israel relacionan la enfermedad bíblica de Tzaraat, (mal traducida por lepra) con el mal hablar, entre ellos: el Lashón Hará (hablar mal del prójimo)  Rejilut (chusmerío), hablar desvergonzadamente, etc.
Así lo explica Rambam: La enfermedad de Tzaraat, se refiere a varios temas, algunas tenían que ver con la piel del ser humano que se emblanquecía, otras veces tenía que ver con la caída del vello, ya sea en el cuero cabelludo o la barba. También se denominaba de esta manera a los efectos que causaba la infección  en las vestimentas o casas en las que aparecían manchas de color. 
Estas manchas o cambios ya sean en el cuerpo del ser humano como en su pelo, vestimenta o vivienda, no se trataba de una enfermedad natural o conocida en nuestros días, sino que se debía a algo milagroso cuyo objetivo era advertir al pueblo de que no caiga en malas habladurías y controle su hablar, pues este puede destruir a un individuo. 
Es por eso que al que hablaba mal de otro, las paredes de su casa cambiaban de color, se infectaban con unas manchas de color. Si el individuo se arrepentía, entonces la casa volvía a la normalidad, de lo contrario, los utensilios de cuero de la casa también se infectaban y aparecían manchas. Si a pesar de esto no volvía de su maldad, entonces su propia vestimenta comenzaba a tener manchas de Tzaraat, si se arrepentía entonces todo volvía a la normalidad. De lo contrario, era su propia piel la que cambiaba de color y de esta manera se infectaba el individuo de Tzaraat. En ese caso era separado del pueblo hasta el punto tal que no podía conversar con nadie, y debía estar a solas.
Con sus malas habladurías sobre su prójimo, él causó que la gente se aparte de aquel individuo, ahora es él el que quedará apartado de todos. Tal como él hizo a los demás, ahora le sucederá eso a él mismo.
Esto es lo que Dios nos recalca cuando nos dice que recordemos lo que Dios le hizo a Miriam cuando habló de más acerca de su hermano Moshé. A pesar de ser Miriam varios años mayor que Moshé, y que fue ella la que salvó a Moshé de manos de los Egipcios que lo iban a matar, y a pesar que no habló mal de Moshé, sino que cometió el error de considerar a Moshé en el mismo nivel que el de los demás profetas, y a pesar de que Moshé no se molestó por ello, igualmente Dios la castigó a Miriam con Tzaraat. La conclusión a la que deberíamos arribar es que si a Miriam le ocurrió esto, cuanto más deberíamos cuidarnos nosotros de no hablar mal de nuestro prójimo. 
Por lo tanto, es apropiado que aquel que quiere encaminarse en las sendas de Dios, que se aleje de aquellas personas que en sus reuniones hablan mal de los demás o critican a sus semejantes, para que de esta manera él no quede atrapado por las redes de estas habladurías y se haga pasible de castigo. Pues las personas vulgares, suelen comenzar hablando de temas intrascendentes, luego pasan a hablar mal de las personas justas y buenas, y de esta manera se acostumbran a criticar a todo el mundo, incluso a los profetas y a poner en duda las palabras de estos mensajeros de Dios, y por último terminarán hablando mal de Dios y renegarán de Él.
Sin embargo la manera de hablar de una persona justa y piadosa abunda en palabras de Torá y sabiduría, cuidándose de no agredir o lastimar a los demás. 
Esto es lo que Rambam escribe al respecto en su comentario al Pirke Avot:
Capítulo 1 Mishná 16
Shimón su hijo dice: Todos mis días me eduqué entre los sabios y no encontré algo mejor para el cuerpo que el silencio. No es el estudio lo principal, si no la acción  y todo el que se excede en palabras, se acarrea una trasgresión. 
“Todo el que se excede en palabras, se acarrea una trasgresión”
Afirmó el sabio [rey Salomón]: “En la multitud  de palabra, no se ausenta la trasgresión” El motivo de esto es debido a que al agregar la persona comentarios, seguramente caerá en trasgresión, pues es imposible que en sus agregados no haya algo que no era apropiado decir [y que estaba de más]. La mejor prueba de que alguien es sabio, es porque habla poco, y el mejor indicio de que alguien es insensato, es su hablar en demasía , como está dicho: “La voz del insensato [viene acompañada] de la multitud de palabras” y ya dijeron los sabios: “Ser breve, es la característica de los sabios” y  fue dicho en el libro Hamidot: Uno de los sabios se mantenía bastante callado, por ser que no hablaba ni una palabra que no fuera digna de ser dicha, por lo tanto hablaba bastante poco. Y  fue cuestionado: ¿cuál es la causa de tus asiduos silencios? Y respondió: He analizado todos los diálogos y encontré que se dividen en cuatro categorías: 
La primera es completamente nociva, sin ningún provecho, tal como las maldiciones de las personas o malas palabras o cosas por el estilo, que el que las dice comente una gran tontería.
La segunda Tiene un perjuicio por un lado y un beneficio por el otro, como ser los halagos a las personas, por un lado el alabado [y los que escuchan] aprenden qué está bien hacer, pero por el otro lado, ese halago es algo que va a encolerizar al enemigo de aquel individuo y buscará perjudicarlo. Por  este motivo, es preferible abstenerse de este tipo de diálogos.
La tercera Son aquellas cosas que no tienen ningún provecho ni ningún daño, tal es el caso de la mayoría de los diálogos de las personas comunes, [como por ejemplo] Cómo fue construida tal muralla, o cómo fue construido tal portón, o describir la belleza de la casa de fulano, o la cantidad de torres de tal ciudad, y cosas por el estilo. A pesar que todas estas cosas están dentro de la categoría de las cosas que están permitidas [hablar], eso no quiere decir que tengan algún provecho.
La cuarta categoría, contiene aquellos diálogos cuyo contenido son útiles en su totalidad, como aquellas pláticas de temas de sabiduría, de buenas cualidades o de las necesidades básicas del ser humano como tal, aquellas cosas necesarias para mantenerse con vida y preservar [su salud]. Sobre estos temas sí es apropiado hablar. 
Cada vez que escucho [o participo de una charla] las analizo, si corresponden a la cuarta categoría entonces converso, pero si pertenece a alguna de las otras tres categorías, entonces permanezco callado. 
Dijeron  los sabios de musar , este hombre es digno de imitar.
Y yo digo que el habla, de acuerdo a la Torá,  se divide en cinco géneros: 1) Aquellos que son un precepto, 2) Aquellos que fuimos advertidos [de no hablar], 3) Despreciables, 4) Deseadas y 5) Permitidos.
En la primera categoría, aquellos temas que son un precepto, se incluyen, la lectura de la Torá y su estudio, que es un precepto específico como fue dicho: “Y hablarás de ellas” (Deut. 6:7), hasta el punto que [su importancia] fue equiparada a la de todos los preceptos [en conjunto].
La segunda categoría, aquellas cosas que nos están vedadas hablar, como el falso testimonio, la mentira, habladurías, maldiciones, malas palabras y maledicencias, tal como la Torá nos advierte en varios versículos.
La tercera clase, se refiere a los [conversaciones] despreciables, que no tienen ningún provecho para el alma del  hombre, ni bueno, ni malo. Como la mayoría de las cosas que cuenta la gente acerca de lo que ocurrió o cuáles eran las costumbres de tal rey en su palacio, o cuál fue el motivo de la muerte de fulano, o cómo se enriqueció mengano; este tipo de diálogos fueron denominados por los sabios: “Pláticas vanas” y los piadosos se esfuerzan en evitar esta clase de charlas. Se cuenta acerca de Rab, alumno de Rabí Jiá, que nunca habló pláticas vanas en su vida. A esta categoría también pertenecen aquellas conversaciones en las que se desprecian algún valor importante o que se enaltece alguna baja  cualidad, ya sea moral o racional.
La cuarta categoría pertenece a aquellos diálogos deseados, es decir cuando se habla acerca de la importancia [y elogio] de alguna buena cualidad, tanto las racionales como las morales o, por el contrario, denigrar las malas cualidades de los dos tipos . Incentivar el espíritu hacia las [cosas] elevadas, ya sea por medio de relatos y cantos, o  igualmente evitar por esos mismos medios las bajezas. Asimismo, alabar a las personas importantes y exaltar sus buenas cualidades, para que sean imitados por las demás personas. Igualmente menospreciar [la actitud de] los malvados, para que sean despreciados su actuar a los  ojos de la gente y se alejen de ellos y no quieran imitarlos.
La quinta categoría, las charlas permitidas, se refiere a aquellas cosas que le son lícitas hablar para su comercio y manutención, alimentos y bebidas, vestimentas y demás cosas necesarias para su subsistencia, todo esto le está permitido. 
No obstante, esta categoría no es ni deseada ni despreciada, si lo desea puede hablar sobre estos asuntos todo lo que quiera, o si así lo prefiere, puede no hablar nada de estos temas.
En esta categoría [se enmarcan] las personas que son alabadas por eludir este tipo de conversaciones. Ya han advertido los sabios del Musar de no abundar en este tipo de charlas, mas en cuanto a las pláticas que se enmarcan dentro de la categoría de las vedadas (la segunda categoría) o las despreciables (la tercera categoría) no precisan advertencia alguna, en donde se impone guardar un absoluto silencio [y no hablar cosas que están prohibidas]. En cambio aquellos diálogos, cuyo tema son de preceptos (la primera categoría) o los deseados (la cuarta categoría), si pudiera la persona hablar de ellos durante todo el día, sería lo ideal.
No obstante hay que tener cuidado de dos cosas: la primera, que sus actos sean coherentes con sus palabras, tal como dijeron: “Bellas son las palabras que salen de la boca de quien las practica” , a esto se refirieron al decir: “No es la prédica lo esencial, sino la práctica” y los sabios alababan a quien les enseñaba las buenas cualidades diciendo: “Predica, pues tú eres digno de predicar ”, y dijo el rey David: “Regocijaos en el Eterno, oh justos. La alabanza es hermosa para los rectos” (Sal. 23:1)
La segunda, es ser breve, es decir, que se esfuerce en poder decir muchas cosas con pocas palabras y no lo contrario, esto es lo que dijeron los sabios: “Constantemente debe el maestro enseñarle a sus alumnos por el camino sintético”
Es preciso que sepas, que las canciones, cualquiera sea el idioma,  deben ser seleccionadas acorde a la clasificación de categorías que mencionamos con respecto a las conversaciones. Aclaro  este punto a pesar que es evidente, pues he visto ancianos y gente piadosa, gente de [mucha] Torá, que en los festejos, como los casamientos o parecidos, cuando se quiere entonar una canción [en honor de los homenajeados], si la canciones son en cualquier idioma [fuera del hebreo], a pesar que el tema de la canción sea la valentía o acerca de la generosidad, y que en ese caso se encuadra dentro de la cuarta categoría (de los deseados), o [si el tema de la canción fuera] acerca de las virtudes del vino, [igualmente] son rechazados tajantemente. Mas si la canción es en hebreo, son aceptados independientemente del contenido de la canción, a pesar de que se trate de las cosas que se encuadran en la segunda categoría de lo que nos está vedado o la tercera categoría, las despreciables. [Indudablemente quien así actúa]  es un total disparate, porque no es el idioma  [lo que califica o descalifica] sino el contenido, pues si su contenido es bueno, entonces debe decirlo, en cualquier idioma que sea; y si fuera la intención de esa canción algo denigrante, independientemente del idioma que sea, no debe entonarlo.
Otra aclaración más tengo para agregar acerca de este punto, y es, que si hubiere dos canciones, cuyo tema en ambas sea acrecentar la pasión y ensalzarla; que se deleitará mucho [a las personas con esa canción], a pesar de que es una bajeza y que se inserta en la categoría de los diálogos despreciables, pues inculca e incentiva una baja cualidad, tal como mencioné en el cuarto capítulo de la introducción al Pirke Avot; si una de esas dos canciones está en cualquier otro idioma y la otra en hebreo, escucharla en hebreo es una afrenta más grave para la Torá, por lo ejemplar del idioma hebreo, el cual no es digno que sea utilizado sino para cosas elevadas. [La cosa] es peor, si agregan versículos de la Torá o  del Cantar de los Cantares, para ese tipo de canciones, en cuyo caso, ya sale del rango de los diálogos despreciables para calificarse dentro de los diálogos vedados. Pues la Torá prohíbe que con las profecías se hagan toda clase de cantos [o eslogan] bajos para cosas despreciables.
Como ya mencioné el tema de las maledicencias [Lashón Hará] entra dentro de la categoría de las pláticas vedadas, vi oportuno esclarecer ese tema, y recordar algunas cosas de las que fueron dichas al respecto. Pues el ser humano ignora que se trata de la trasgresión más grave, entre el hombre y su prójimo, que se comete frecuentemente. Máxime teniendo en cuenta lo que dijeron los sabios, que ninguna persona está limpia del polvillo  de la maledicencia (Avak Lashón Hará), y quién me diera que pudiera salvarse de la maledicencia en sí.
La maledicencia, [Lashón Hará] es cuando  se relatan los errores o defectos de un individuo, o despreciar a todo judío, mediante cualquier tipo de humillación, a pesar de que en efecto el humillado realmente posee ese defecto que fue relatado. Pues la maledicencia no se trata de decir cosas de una persona que no sean verdad, pues [cuando no es verdad] esto se denomina calumnia [Motzi shem rah al javeró – sacar un mal nombre a su compañero] Mas la maledicencia, es humillar a un individuo, aun con cosas que son verdad. Tanto el que dice [la maledicencia] como el que la escucha, están cometiendo una trasgresión. Dijeron los sabios: “Tres son a los que mata la maledicencia: el que la dice, el que la oye y aquel del que se dice [el defecto] ” más aun han dicho: “El que escucha la maledicencia peca más que el que la dice”
El polvillo de la maledicencia6 es [por ejemplo] hablar de los defectos de una persona sin especificarlos. Así dijo el rey Salomón con respecto a este tema: a veces la persona sin darse cuenta transmite a los demás algún defecto de un compañero, siendo otra su intención  “Como un loco que arroja antorchas encendidas, saetas y muerte, así es el hombre que engaña al prójimo y dice: ‘¿Acaso no lo hice en broma?’” (Prov. 26:18-19) [Existe un relato en le cual] uno de los alumnos de Rabí, ensalzó en público un libro que el propio autor le mostró. Y amonestó Rabí la acción de alabar en público al autor de ese libro diciéndole: “apártate de la maledicencia”  Lo que le quiso decir [Rabí a su alumno, fue] Tú le provocas un daño [al autor] al alabarlo en público, pues dentro de los asistentes seguramente se encontrarán quienes gustan [de ese autor] y quienes lo detestan, y entonces, aquellos que lo critican, al escuchar tus elogios deberán recalcar también los defectos y errores [de ese autor]. Esto es el punto ideal de alejamiento de la maledicencia.
Y lo que expresa la Mishná: “No se selló la sentencia sobre nuestros antecesores, sino por [la trasgresión] de la maledicencia” Es decir, en el suceso de los espías que envió Moisés para espiar la Tierra de Israel, sobre los que fue dicho: “Y trajeron las denigraciones de la tierra” (Num. 13:32), dijeron los sabios “Si los que no dijeron calumnias sino sólo contra los árboles y piedras, fueron sometidos semejante castigo; aquel que habla de los defectos de su prójimo, ¡cuánto más grave será [el castigo]!” Y así se expresó la Toseftá : “Tres cosas se le hacen pagar al hombre en este mundo y no tiene parte en el mudo venidero: Idolatría, relaciones sexuales prohibidas  y asesinato, y la [gravedad de la] maledicencia, [se equipara] como los tres juntos” y dijeron en el Talmud: “Cuando hicieron idolatría [el becerro e oro] fue utilizado el adjetivo: ‘grande’, tal como dice: ‘Ha cometido este pueblo un pecado grande’ (Ex. 32:31) y sobre las relaciones sexuales prohibidas  también fue utilizado el adjetivo: ‘grande’ como dijo [José]: ‘¿Cómo haré un mal tan grande’ (Gen. 39:9) y con respecto al asesinato, también fue utilizado el adjetivo: ‘grande’ como dijo [Caín]: ‘Grande es mi dolor para poder cargarlo’ (Ibíd. 4:13) Mas en cuanto a la maledicencia, se utilizo la palabra ‘grandes’ [en plural] queriendo decir que es equiparable a las tres juntas, es lo que dice: ‘Una lengua que habla cosas grandes’ (Sal. 12:4) Mucho hablaron los sabios acerca del pecado de la maledicencia, y lo más grave que dijeron sobre este tema: “Todo el que relata maledicencias, reniega de los principios básicos del judaísmo, como está escrito: ‘A nuestra lengua la haremos poderosa, nuestros labios son con nosotros, ¿quién es señor sobre nosotros?’(Sal. 12:5)” 
A  pesar de haberme extendido bastante, te he referido solo una parte de todo lo que han dicho con respecto a este pecado; para que se aleje la persona con todas sus fuerzas, y trate de permanecer en silencio, me refiero a esta tercera categoría de diálogos [los despreciables]. 
 

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