La respuesta de Iehudá

La respuesta de Iehudá

En dos oportunidades, Iehudá priorizó el interés personal: en la venta de Iosef  y cuando le impidió a Tamar su tercer hijo. No obstante cuando se aprestaban a quemar a Tamar, se arrepintió y optó por el interés moral. Del mismo modo, se comportó con Iosef, en la continuidad del relato.

Iehudá es la figura más prominente en el episodio de la venta de Iosef. Mientras Reuvén intenta interceder ante los hermanos para salvar a Iosef (Capítulo 37, versículo 22), Iehudá propone venderlo a los ishmaelim (Capítulo 37, versículo 27) Aunque Iehudá impide que sus hermanos lo maten a Iosef, sin embargo él decreta un destino cruel para el hermano, que se supone que pasará su vida como esclavo en Egipto, y el padre, quien guardará duelo y llorará por su hijo toda la vida.

Probablemente, Iehudá también tiene un móvil personal en este pecado. Luego de que sus hermanos mayores fueron alejados de la primogenitura, Iehudá es el candidato selecto para convertirse en el líder de los hermanos. Sólo una cosa puede llegar a impedirle la “primogenitura”. El particular  amor que Iaacov siente por su hijo Iosef.

En nuestro capítulo, Iehudá comete un pecado similar. Tras la muerte de Er y Onan, Iehudá le dice a Tamar: “Quédate viuda en la casa de mi padre hasta que crezca mi hijo Shelá, porque pensó, no sea que él también muera como sus hermanos” (Versículo 11).con estas palabras, Iehudá le endilga a Tamar la responsabilidad de la muerte de sus hijos, a pesar de que sabemos muy bien que la muerte llegó como consecuencia del pecado de ellos. (Versículos 7-10). Una vez más, Iehudá prioriza su interés personal, injustificado, mientras que perjudica moralmente a Tamar.

Tamar emprende una acción inteligente para resolver su situación. Ella recibe una promesa de Iehudá que le dará “una cría de cabras” (Versículo 17) mientras le deja también una garantía, y en el momento de la verdad ella le formula una pregunta a Iehudá: “Por favor, reconoce ¿de quién es este sello, este manto y el bastón?” (Versículo 25)

Tal como ya lo señalaron Jaza”l (Nuestros Sabios de Bendita Memoria) (BereshitRabá 84, 19) las palabras “Por favor reconoce” resuenan en los oídos de Iehudá. No hace mucho él lo ha engañado a su padre con un macho cabrío, y le formuló una pregunta ingenua: “Por favor reconoce…” (Capítulo 37, versículo 32). Y ahora, la rueda se dio vuelta. Tamar lo engañó a él con una cría de cabras, y le formula una pregunta, cuya respuesta es clara: “Por favor reconoce…” (Versículo 25).

¿Acaso volverá Iehudá a priorizar su interés personal por sobre el compromiso moral?

Aquí es donde Iehudá se revela en toda su dimensión. Iehudá responde de inmediato: “Iehudá lo reconoció y dijo, tiene razón, es mío” (Versículo 26). El compromiso moral se impuso por sobre el cálculo personal. De aquí en adelante Iehudá continúa el recorrido de su Teshuvá, que alcanza su punto máximo con “la respuesta de peso” en momentos del encuentro con Iosef: “Ahora, por favor, permita que yo –su servidor- quede en lugar del joven como sirviente suyo y que el joven vaya con sus hermanos, pues ¿cómo me presentaré ante mi padre sin que el joven esté conmigo? No podré ver el dolor que sufriría mi padre” (Versículos 33-34).

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Nekudat Ptijá" publicado por el Instituto "Tzomet"

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