La batalla por el Shabat

La batalla por el Shabat

La principal prueba de la observancia del Shabat, todavía en la época de los profetas, se registraba en los mercados. Amós se ve obligado a lidiar con ello y a posteriori, también Irmiahu. ¿Cómo hizo Nejemiá para cerrar el mercado en Shabat?

La principal prueba de la observancia del Shabat en la Torá, se registra en los sitios en los cuales se reúne gente con comida para llevar a su casa (Shemot, capítulo 16, versículos 22-30), o en lugares a los que se trae materiales para la construcción desde las fabricas (Shemot, capítulo 35, versículos 21-29; capítulo 36, versículos 3-7), es decir, lugares en los cuales se desarrolla el comercio en todas sus formas; en una palabra, en los mercados.

Así se refleja también en los conceptos de los profetas; en el periodo de Amós (capítulo 8, versículo 5), en el seno de la sociedad israelí que cuidaba el Shabat, los tramposos en el comercio, se veían obligados a aguardar con suma paciencia hasta después del Shabat para robar y engañar a los clientes ingenuos. Porque el mercado estaba cerrado en Shabat, y también en Rosh Jodesh, el inicio de un nuevo mes [1] (incluso en el reino de Israel-Shomrón)- "¿Cuándo pasará el novilunio, para que vendamos granos (alimentos), y el sábado, para que expongamos el trigo (achicando la efá, y engrandeciendo el siclo, y defraudando con balanzas engañosas)”[2]

En una situación opuesta, en la sociedad judía de la época de Irmiahu (capítulo 17, versículos 19-27; después de que se cruzaron todas las líneas rojas en los tiempos de Menashé), los portones de Ierushalaim estaban abiertos al comercio y el trabajo “en el día Shabat”, y resultaba claro que la apertura de  los portones que era para “llevar carga en el día del Shabat, y de introducirla por las puertas de Ierushalaim”, es lo que derivó en “la realización de toda tarea…en el día Shabat”, ya que todas las “ruedas” de la producción apuntan a los clientes en el mercado, y en toda ciudad rodeada de murallas, el mercado tenía lugar en los portones de la ciudad, por dentro y por fuera.

Esta es precisamente, la descripción en el libro de Nejemiá (capítulo 13, versículos 15-22)-los comerciantes de “Tzor” [del Líbano] traían pescados, los agricultores de Iehudá “pisaban las vides en el día de Shabat, y traían fajos de trigo y los cargaban en asnos, y también vino, uvas, higos y toda clase de carga, y los traían a Ierushalaim en el día de Shabat”, de modo que el mercado abierto impulsaba en Shabat toda la cadena de producción.

¿Cómo hizo Nejemiá para cerrar el mercado en Shabat?

El profeta Irmiahu, al igual que Ezrá, el Escriba, clamaron y protestaron, pero no pudieron, y aparentemente, tampoco querían ejercer la fuerza; no obstante, Nejemiá cerró los portones de la ciudad por la fuerza, y colocó a algunos de sus jóvenes como inspectores, a fin de impedir la apertura de los portones en Shabat; así Nejemiá separó a los compradores de Ierushalaim de “los mercaderes y vendedores de toda clase de mercancía que venían de las afueras de Ierushalaim”, y cuando los comerciantes internalizaron (después de “dos Shabatot”; versículos 11, 20), que el gobernante era firme en su postura y podía llegar a perjudicar concretamente a los comerciantes, se sintieron desalentados y “desde entonces no vinieron más en el día de Shabat”.

Así también sucedió en la lucha (iniciada por Ezrá) contra las “mujeres no judías” (11, 3,23-30), y contra su influencia cultural sobre los jóvenes (en las familias mixtas, “ninguno de ellos podía hablar la lengua de Iehudá”, y su idioma y cultura “de Ashdod…y de la lengua de sus propios pueblos” (11, 24).

Ezrá (capítulo 9, versículos 3-5; capítulo 10, versículo 1) lloró y guardó luto y arrancó sus cabellos, mientras que Nejemiá (11, 25) ejerció la fuerza del poder, e incluso castigó a los líderes de la asimilación y arrancó los cabellos de los líderes de sus enemigos-aparentemente, muchos se sintieron conmocionados por el ejercicio de la fuerza, sin precedentes, y esa es la razón de las palabras de su plegaria, dirigidas solamente a Dios, las cuales son repetidas una y otra vez en la síntesis “acuérdate de mí, Dios mío, y ten piedad de mí conforme a la grandeza de Tu misericordia” (11,31,22,14)
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[1] Hasta los decretos de Antiojus (Antíoco) se acostumbraba a cesar las actividades también en Rosh Jodesh, y se reunían para para escuchar las palabras de los profetas y los Sabios; ver Melajim (capítulo 2, versículos 4, 23); Yeshaiahu (capítulo 1, versículos 13-14).

[2] Hasta la época del segundo Beit Hamikdash no había monedas y se pesaba “el dinero en balanzas” (Irmiahu, capítulo 32, versículos 9-10), de modo que el aumento de tamaño de la piedra (Devarim, capítulo 25, versículos 13-17), sobre la cual estaba escrito “Shekel”, “Siclo”, ocasionaba que el comprador pagara más y recibiera menos (como cuando achicaban la eifá).

Gentileza sitio 929.

 

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