Korbanot

Korbanot

Con "Vaikrá" ("y llamó") comienza la Torá la enumeración de los sacrificios y la misión de los Kohanim, los sacerdotes, sobre lo cual nos hemos detenido repetidas veces. A pesar que los "sacrificios" son un principio general entre los pueblos de la tierra, en el judaísmo conservan su carácter peculiar, su espiritualidad.

Los Neviim, los profetas repetidas veces se ensañan con los sacrificios, proclamando que Ds' no los desea, que el Señor odia los "Korbanot" (Isaías, Jeremías), y hasta como si el Señor nunca los hubiese ordenado y prescripto. Superficialmente podrían parecer estas concepciones contradecir las Mitzvot de la misma Torá, sin embargo esta aparente contradicción nos enseña el verdadero sentido de los Korbanot y su significado.

Una de las principales peculiaridades de los Korbanot es que no corresponden a "Mezid" sino a "Shogueg". "Mezid", es el pecador intencional, "Shogueg", es pecador involuntario.

La Torá, la ley de la libertad, del libre albedrío, fué quizás la primera ideología y legislación que introdujo el concepto de "acción voluntaria", como requisito de responsabilidad. Sin embargo en los Korbanot, ocurría lo contrario y solamente el irresponsable debía traerlo. Detenerse sobre esta particularidad significaría entrar en un análisis demasiado profundo que las actuales circunstancias no permiten. Sin embargo es interesante recalcar que a pesar que la Torá no obliga al "pecador" involuntario a ninguna responsabilidad “legal" diríamos, reconoce que aún en los actos involuntarios activa la voluntad por conductos inconscientes. Aún en los actos fallidos, las pequeñas acciones inconscientes, los movimientos que al parecer carecen de sentido, todos están dirigidos por el "finalismo", todos tienen alguna finalidad en la vida humana, por lo tanto aún dentro del "Shogueg” existe el "Mezid", pero en un plano totalmente distinto, y en este plano inconsciente actúa el Korbán, que a nuestro pensamiento racional parece incomprensible, no lo es en las capas más profundas, de nuestra alma.

No entraremos en detalles sobre este aspecto de la cuestión, que nos interesa desde otro punto de vista.

Dentro de las prescripciones del "Mezid" es necesaria la Teshubá, el arrepentimiento, y en general el Korbán debe ir acompañado por la Kavaná, la intención y la vuelta al bien. Y por ello cuando los judíos tergiversaron el sentido de los Korbanot, pues a lo que debía ser la base de un retorno espiritual, se convertía en una simple ceremonia mecánica sin sentido alguno, y por el contrario nocivo y destructivo. Al perder el Korbán el sentido humano, perdía todo su sentido y adquiría significados totalmente opuestos al espíritu del judaísmo. El Korbán se transforma en la "comida del Ds", ó en una necesidad o placer del Ds' que el hombre ejecuta.

Si el Korbán no eleva al hombre, rebaja a la divinidad y por ello, al ser tergiversado significa la negación total de la Torá, y es entonces cuando resuenan cual voces de Shofar las palabras de los profetas:

"Vuestros sacrificios odia mi corazón..."

"El Korbán al ser quemado, al perder su materialidad, al "evaporarse", al esfumarse quiere significar al hombre la elevación del espíritu, la inmortalidad y espiritualidad, no vuestros sacrificios quiere el Todopoderoso, pero sí, vuestras almas!”

El Baal Haturim nos observa que la "Alef" de Vaikra es más pequeña que las demás letras. En otra oportunidad hemos indicado que la Torá por este medio al hablar de Moshé nos cita al profeta de los gentiles Bilaam, con el cual la Torá usa la expresión "Vaiker", mostrándonos que a pesar que en todos los pueblos aparecieron principios del bien, este solo se desarrolló en Israel. El Baal Haturim sin embargo encierra en esta peculiaridad otro significativo pensamiento. La pequeñez de la Alef, es la modestia de Moshé, símbolo para generaciones. Sobre el soberbio dice el Talmud que él no puede convivir en este mundo con la Divinidad, porque el sentimiento religioso significa la conciencia de lo superior, de lo supremo y de aquellas fuerzas y poderes que están por encima de nosotros, y la persona henchida de soberbia en modo alguno puede "creer", o ser "religiosa", ya que su propia superioridad le impide concebir lo infinitamente supremo y elevado. El Kli Yakar dice deteniéndose sobre éste versículo

“אלף לשון לימוד (כמו ואאפלך חכמד) רמז שאין הלימוד מתקיים כי אם במי שמקטין עצמו"

 “Alef” significa "aprender”, es decir "El estudio no subsiste SINO en aquel que se empequeñece". Solo subyugándose a la naturaleza se la domina, solo aquel que puede liberarse de su antropomorfismo, de sus prejuicios personales, solo que él puede llegar a aprender la lección que el Universo le enseña.

“נפש כי תחטא ומעלה מעל בד´ וכחש בעמיתו או בחשומו יד או בגזל או עשק את עמיתו"

"Persona alguna que pecare e hiciere prevaricación contra Ds´ y negare a su prójimo     encomendado o dejado en su mano, o bien robare o calumniare a su prójimo” (Vaikrá 11,2).

El Talmud y diversos comentadores se detienen sobre este versículo, en el cual vienen unidas,

"ומעלה מעל בד´ וכחש בעמיתו"

Es decir el pecado (Heilá) ante el Señor y el prójimo, están íntimamente unidos. Repetidas veces hemos simbolizado esta unión con las 2 tablas de la ley, tallada en la misma piedra, y solamente rompiendo las tablas de la ley es posible separarlos. Y esta unión es uno de los principios de la Torá.

Hay quienes consideran que la Torá concluye con los así llamados "preceptos-religiosos” o "rituales", y los demás no son esenciales sino accidentales, es decir comunes con todas las bien intencionadas doctrinas del mundo. Por otra parte hay quienes niegan el principio      religioso de la moral, y contra estos dos errores es que la Torá une estos dos conceptos:

"Y pecará ante el Señor, y negará a su prójimo".

La negación del prójimo constituye un pecado ante el Señor.. Ya Aristóteles consideraba que el ermitaño que viviría aislado de la humanidad sería una bestia o un ángel. El cristianismo santificó a aquellos que abandonaban la mundana vida, y se enclaustraban en celdas solitarias o en desiertos parajes para allí vivir a solas en la contemplación divina.

El judaísmo, por el contrario en la relación de los deberes del hombre indica una senda totalmente distinta.

El hombre es un ser social y uno de sus más primordiales deberes, en todo caso el primero, es el de construir su vida de acuerdo a la Justicia y al bien, el hombre solo desarrolla    íntegramente su personalidad gracias a la vida común.

El verdadero "santo”, no es aquél que abandona la lucha sino el que vence, y en el abandono podemos notar un cierto principio de cobardía.

Muchos son impulsados a la vida monacal por el temor a la lucha por la vida. El Judaísmo proclama por el contrario el principio de la lucha por el bien, el primero de los mandamientos.

El hombre, el verdadero hombre es aquél que vive, y no el que vive muriendo cada día.

Los preceptos entre hombre y hombre, y los preceptos entre el hombre y Ds´ se hallan, pues firmemente, unidos, y solo en su unión llega el hombre a su perfección.

 

 

 

 

 

 

 

 

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