Justicia - Principios sociales

Justicia - Principios sociales

En estas Parshiot se desenvuelven aspectos trascendentales de nuestra legislación, entre ellos los principales son los que se refieren al problema social de la comunidad, y en estos aspectos se encierra la idea fundamental del judaísmo, la justicia.

No "misericordia", sino justicia.

Misericordia significa compasión, limosna, es en sí una denigración.

Justicia por el contrario es como la definición clásica lo afirma "dar a cada uno lo que le corresponde", no es una denigración, sino por el contrario una elevación. “Misericordia", es un "arreglo” solamente de aquello que está mal. "Justicia" es el bien en sí.

El Judaísmo por ello en contraposición a otras doctrinas se basa en la "Justicia", en aquello que debe ser y por ello su máxima aspiración es "Tzedek Tzedek Tirdof". Y sus leyes se hallan por ello inspirado. Y estas leyes no fueron solamente nominales sino que inspiraron la vida judía toda.

El principio de Yobel que leemos en esta Parashá es el destinado a salvaguardar la propiedad y conservar su carácter social.

La propiedad aun al ser vendida debía volver a sus antiguos dueños en el año del Jubileo para evitar la formación de latifundios y el forzoso abandono de las tierras.

Y un ilustrativo ejemplo lo tenemos en los sucesos de Ajab y Nabot (I Reyes, XII).

Ajab fue uno de los Reyes de Israel. Materialmente fué su reinado uno de los más florecientes. En el aspecto espiritual sin embargo sucedió todo lo contrario, pues Izebel, su mujer hija del rey fenicio, introduce en Eretz Israel el culto del Baal, el ídolo egipcio.

Nabot tenía en el valle de Israel una viña junto al palacio de Ajab. Y Ajab habló a Nabot   diciendo: "Dame tu viña, porque está cercana.....y yo te daré por ella otra viña mejor que esta......" Y Nabot respondió a Ajab: "Guárdeme el Señor de que yo te dé a ti la heredad de mis padres".

Y vinose Ajab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Israel le había   respondido, diciendo: "No te daré la heredad de mis padres". Y tendiose, y no comió pan y volvió su rostro" (1, 4).

Ajab el Rey de Israel, solicita a Nabot le venda su heredad, pero este se niega pues no quiere separarse de la heredad de sus antepasados. Imaginémonos estos sucesos en una monarquía cualquiera. El Rey ya habría dado orden de matar al sedicioso y expropiar su heredad, pero en Israel aún el pecaminoso y tirano Ajab no tiene más remedio que guardar en sí su ira y furor.

Sin embargo los sucesos no terminaron allí. Ajab era judío, pero no lo era Izabel y ella exclama: "Yo te daré la viña de Naboth de Israel".

"Y escribió cartas en nombre de Ajab y selladas con su anillo y enviolas a los ancianos y a los principales de la ciudad de Naboth y las cartas decían: Proclamad ayuno, y poned a Naboth ante el pueblo, y que dos hombres perversos atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Ds' y al Rey", y entonces sacadlo y apedrearlo, que muera!"

Las órdenes de Isabel se cumplieron. Lo más importante sin embargo es destacar estas dos distintas reacciones, la del malvado entre los reyes de Israel y la de la hija del rey fenicio, y a pesar de todo no pudo el rey quitar su heredad a Naboth sino acusándolo ante los ancianos falsamente de traición a su Ds' y a su pueblo y expropiar como "traidor" sus bienes.

Y esto, y las palabras de Eliahu:

"Mataste y has poseído....En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Naboth se lamerán los perros la tuya también!" (I Reyes, XXl, 19). Hasta tal punto es sagrado la heredad en Israel.

En su Mishpat Hameluja Beisrael (El derecho estatal en Israel), recalca el Rabino Federbush estos principios especialmente bajo otro aspecto.

En la edad media la organización de la economía era feudal. La tierra pertenecía a los señores y los siervos se hallaban atados a ella. Era pues un régimen quizás atenuado de esclavitud.

Una de las causas de este estado es que el Rey tenía derecho de quitar y donar las tierras según su entera voluntad. Y esta conducta arbitraria creó bien pronto una clase superior de señores feudales, de nobles en cuyas manos estaba la posesión de las tierras, y de un proletario que estaba totalmente desposeído de aquello que podía asegurar su subsistencia.

Según la Torá, y esto lo recalca especialmente el profeta Yejezquel, el rey no podía desposeer a nadie de sus tierras, "para que no se disperse mi pueblo de su heredad" (Yejezquel XLVI).

Henry George el gran pensador e investigador americano famoso por su "Progreso y Miseria", dice refiriéndose a los ideales sociales de la Torá:

"El ideal del Estado de la Torá es la visión profética:  Y reposará el hombre bajo su viña y su higuera, sin temor” (Mija IV).

Es esta la sociedad donde el hombre no deberá trabajar sin descanso, donde la esperanza no abandonará al esclavo, y aún el animal de carga tendrá su día de descanso. Una sociedad donde la miseria sea el imposible.

Las leyes de Moisés no tienen como finalidad preservar la propiedad, sino la humanidad. Sus principios no aspiran a ayudar al rico a acumular riquezas sino preservar al pobre de la    opresión y la explotación.

En todos los lugares levantan las leyes una barrera contra el egoísmo y el robo, y de aquellas pasiones que con libertad dividirán a los hombres en explotadores y explotados, propietarios y proletarios, ricos y miserables, dominantes y dominados.

El Sábado y la Shmitá asegurarán a los más humildes de los humildes el descanso, y aún el más pobre tendrá su heredad en la tierra del Señor. El cosechador dejará de su cosecha a los pobres, y no embozalarás al buey mientras está trillando (a fin de que pueda comer S.R.)

La Torá quiso estructurar un régimen social, que la privación y la miseria no sean conocidas, y estando el hombre libre de sus preocupaciones que destruyen su energía, podrá perfeccionarse espiritualmente".

Henry George se detiene pues justicieramente sobre los principios sociales de la Torá, y digno de notar es la expresión con la que concluimos su cita: "La vida de Moshé y sus principios son la mayor protesta contra aquella teoría tan en boga hoy como hace tres mil años, enseñada aún desde las cátedras cristianas, y que proclama que los sufrimientos del hombre dependen de la Providencia, que podemos lamentar pero no remediar, y ante lo que nos está prohibido rebelarnos". (Citado de acuerdo al ya citado "Derecho del Estado en Israel").

Esta idea encierra efectivamente, el principio del Judaísmo. El mal, según el judaísmo,      depende del hombre y en sus manos y su poder está el extirparlo. Y este es también su deber. Es por ello, que la ley se inmiscuye aún en los asuntos privados para evitar el mal social.

Este es el sentido del proverbio del Pirkei-Abot:

אַרְבַּע מִדּוֹת בָּאָדָם. הָאוֹמֵר שֶׁלִּי שֶׁלִּי וְשֶׁלְּךָ שֶׁלָּךְ, זוֹ מִדָּה בֵינוֹנִית. וְיֵשׁ אוֹמְרִים, זוֹ מִדַּת סְדוֹם. שֶׁלִּי שֶׁלָּךְ וְשֶׁלְּךָ שֶׁלִּי   עַם הָאָרֶץ. שֶׁלִּי שֶׁלָּךְ וְשֶׁלְּךָ שֶׁלָּךְ, חָסִיד. שֶׁלִּי שֶׁלִּי וְשֶׁלְּךָ שֶׁלִּי, רָשָׁע 

(פרקי אבות 5)

"Cuatro caracteres en el hombre". "Lo mío es mío, y lo tuyo es tuyo" este es el carácter     medio, hay quienes dicen este es el carácter de Sdom. "Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío", he  aquí al ignorante.  “Lo mío es tuyo y lo tuyo es tuyo” este es el Jasid y "lo tuyo es mío y lo mío es mío" es el malvado.

Sencillos son estos principios. El Jasid ayuda a su prójimo y lo respeta, el malvado no  respeta la propiedad.

El ignorante trata de abolirla totalmente, "lo tuyo es mío y lo mío es tuyo”, pero olvida que la verdadera propiedad no debe preservar al rico sino al pobre, pero aquel que dice "lo mío es mío" y "lo tuyo es tuyo” esta es la característica de Sdom.

Cuando el hombre solo se preocupa por sí mismo, cuando abandona el sentido social, y cuando la sociedad se edifica sobre hombres como este, el fin de aquella sociedad es el que Eliahu el profeta vió para Ajab y el de Sdom.

Y en contraposición con Sdom, la Torá nos muestra a Jerusalén e Israel la Mediná de la Torá con los principios del Judaísmo.

 

 

 

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