Juicio justo

Juicio justo


Toda esta Parashá nos habla de temas tziburim –sociales. El orden de la Parashá, es el siguiente:
Primero nos habla de los jueces y del sistema judicial. Empieza por esto porque es la base de una sociedad correcta.
Luego continúa con la ordenanza de poner un rey. Es decir el sistema ejecutivo. El rey se ocupa de las cuestiones prácticas de la comunidad (construir rutas, hospitales, escuelas, etc.). Viene después del sistema judicial porque el rey debe regirse por las leyes. A diferencia de lo que ocurre en las sociedades occidentales, el poder judicial nombra al rey y no al revés, en el judaísmo es el sanedrín el que nombra al Rey.
A pesar de esto, en la escala jerárquica, los jueces están en un nivel inferior al rey. Luego viene el rey que es el que ostenta el grado más alto dentro de la sociedad, por sobre el rey está Dios.
Es por esto que luego nos habla de los Cohanim, Leviim, que son los encargados del servicio Divino, los maestros del pueblo, los que nos enseñan el camino de Dios.
Luego el profeta, el nivel más alto en cercanía y percepción de Dios.
La escala es: juez – rey – Dios [este último está representado en dos niveles 1-cohanim (servicio Divino y maestros), 2-profetas (percepción y cercanía a Dios)]
La segunda parte de la Parashá nos habla de temas que en general se pueden definir como Shemirat Hanefesh (preservación de la vida). La primera parte se refiere a la dirección y conducción del pueblo, y la segunda, nos habla acerca de cuál debe ser el objetivo de esa conducción: apartar el mal y salvaguardar la vida. Es por eso que nos habla de “Viartá harah mikirveja” (eliminar el mal de entre medio de la sociedad) y de las ciudades refugio para que huya allí el asesino involuntario y no sea matado por los familiares de la víctima. 
Luego continúa con el tema de la guerra, que es el punto más sensible, para proteger a un pueblo, ¿cuándo salir a la guerra?, ¿qué condiciones anteponer al enemigo?, ¿cómo hacer llevar a cabo la ofensiva?, ¿qué hacer durante el combate? ¿Cómo comportarse en la guerra? Etc.
Analicemos ahora los primeros versículos de la parashá:
Jueces y policías pondrás para ti en todas las ciudades que el Eterno tu Dios te dará y juzgarán al pueblo con un Mishpat tzedek – juicio justo. No desviarás el juicio ni harás miramientos en el juicio. No tomarás soborno, pues el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte el juicio de los justos. Justicia, justicia perseguirás para que vivas y heredes la tierra. 
Preguntas”
1. ¿A qué se refiere con Mishpat-juicio- Tzedek-justo?
2. ¿Qué es Mishpat y qué es Tzedek? 
3. ¿Acaso todo Mishpat no es Tzedek?
4. ¿Por qué solo nos habla de la consecuencia que causa el soborno y no menciona las consecuencias de las demás cosas (no desviarás el juicio ni harás miramientos en el juicio)?
5. ¿Qué quiere decir que el soborno “ciega los ojos de los sabios”? ¿A qué sabios se refiere?
6. ¿Qué quiere decir “pervierte el juicio de los justos”? ¿A qué justos se refiere?
7. ¿Por qué repite dos veces: “justicia, justicia perseguirás”?
Respuestas”
Mishpat se refiere a lo escrito en la ley, es decir, aplicar la ley fríamente. 
En cambio Tzedek se refiere a ver el contexto. 
El texto de la ley se refiere a casos genéricos, pero en la realidad,  cada caso es distinto y tiene sus atenuantes. Por lo tanto no todo Mishpat es Tzedek. Un juez que aplique la frialdad de la ley, no es un buen juez, es más, para eso no hacen falta jueces, basta con una buena computadora que se le ingresan los hechos y nos dicte la ley  lisa y llanamente. Sin embargo, un buen juez es aquel que  sabe tomar en cuenta las circunstancias y los atenuantes o agravantes del caso y juzgar de acuerdo a ellas sin dejar de lado el Mishpat.
Por ejemplo: un empleado no se presentó a trabajar. Acorde al reglamento del trabajo, se lo puede despedir. Un buen juez, va a analizar las causas por las cuales no se presentó a trabajar, y teniendo en cuenta esto puede ser que dictamine que no sea despedido y que se lo mantenga como empleado.
“Desviar el juicio” se refiere a la primera parte, lo que tiene que ver con Mishpat, es decir no ir en contra de lo que la ley dice, a no ser que exista un buen motivo que justifique apartarse de ella.
La segunda parte “ni harás miramientos en el juicio” se refiere a todo aquello que tiene que ver con Tzedek, por ejemplo, cuando por favorecer a uno, no mira las circunstancias del juicio.
El motivo de la tercera, el soborno, es porque esto atenta contra las dos cosas.  Hace que se viole lo que está escrito en la ley, o que no se tengan en cuenta los atenuantes del caso. 
Por un lado va en contra del Mishpat, “ciega los ojos de los sabios”, porque el juez tiene que ser sabio para saber las leyes, no alcanza solo con una buena voluntad de hacer justicia.
Por el otro lado atenta contra el Tzedek, pues: “pervierte el juicio de los justos”, que son los que persiguen la justicia. Los que aman la justicia.
Es importante destacar que para la Torá el establecimiento de una sociedad que obra justicia y equidad es indispensable para merecer la tierra de Israel, es por eso que el versículo concluye diciendo: Justicia, justicia perseguirás para que vivas y heredes la tierra. 
Si bien estos versículos están dirigidos a los jueces, en realidad la Torá espera de todo individuo que  se maneje con estos valores, pues estos son los fundamentos con los cuales Dios maneja el mundo, tal como se lo transmitió a Abraham: Cuidarán el camino de Dios, obrando justicia y equidad.
Con respecto al dilema de una contraposición de valores entre Mishpat y Tzedek, es decir cuando si aplico la frialdad de la ley atento contra el Tzedek o viceversa, ¿cuál es la postura a elegir? La Torá es categórica: Tzedek Tzedek Tirdof – Justicia, justicia perseguirás). Vemos que terminantemente la Torá se inclina por que se anteponga el Tzedek, es decir, no la frialdad de la ley, sino una ley que tenga en cuenta la situación del individuo. 
Lo voy a ilustrar con una historia:
Una vez una mamá se encontraba atareada en la cocina para preparar la comida para su familia. Mientras ella cocinaba, limpiaba y cuidaba de que no se queme la comida que estaba al fuego, su hijo estaba entre sus piernas constantemente. Ella ya le había explicado varias veces que vaya a su cuarto y que no esté en la cocina mientras ella cocinaba, pues se puede quemar con el fuego o lastimar con algún cuchillo. Pero el niño no hizo caso. Al voltearse la madre para alcanzar un huevo que estaba por caer de la mesada, se tropieza con el niño y casi se cae encima de él.
— ¡Vete a tu cuarto ya!—le gritó con justo enojo.
Él se retiró con sus sentimientos heridos, sin que la mamá notara lo duro que le había hablado. 
Estando todavía despierta al acostarse, su marido le dijo suavemente a su esposa: 
—Trataste muy duro al pequeño que tanto amas. Ve a la cocina y encontrarás unas flores en el piso, cerca de la puerta. Son las flores que cortó y te trajo: una roja, una amarilla y otra azul. Estaba calladito para darte la sorpresa y tampoco notaste las lágrimas que llenaron sus ojos cuando le gritaste.
La madre se sintió miserable y empezó a llorar. 
Suavemente se acercó y se arrodilló junto a la cama del niño y  le dijo:
 —Despierta pequeño, despierta. ¿Son éstas las flores que cortaste para mí? 
Él sonrió. 
—Las encontré junto al árbol. Las tomé porque son bonitas como tú, en especial la azul. 
—Hijo, siento mucho lo que hice, no debí hablarte tan duro.
Él contestó: 
—Está bien, Mami. Yo te quiero de todos modos. 
—Yo también te quiero y me gustan las flores, especialmente la azul. 
Esta historia nos refleja lo que puede suceder si solo aplicamos la ley, lisa y llanamente. Si bien el niño merecía un castigo por haber desobedecido a su madre, la intención y el acto del pequeño que se puso allí para entregarle las flores a la madre, ameritaban tratarlo más dulcemente. 
 

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