Iosef el Tzadik, líder del libre albedrío

Iosef el Tzadik, líder del libre albedrío

Iosef el Tzadik representa un guía para las generaciones, y nos enseña que estamos capacitados para afrontar todo desafío y salir airosos. Cada uno es puesto a prueba según su fortaleza, y cada uno está capacitado y debe hacerlo.

Iosef el Tzadik, es el guía para generaciones. Se puede afrontar, y confrontar con las tentaciones y salir airosos. Un muchacho joven de 17 años, bien parecido, es abandonado en el palacio de un rey extraño, separado de su familia y de la casa de su padre, dependiendo solamente de la gracia y bondad de su amo, en riesgo de muerte- se mantiene firme frente a la tentación de la señora de Potifar. La tentación de resistir es el resultado de muchos factores, como por ejemplo: el conocimiento de que el acto en sí es inmoral, (Versículo 9), la imagen de su padre que se apareció en la ventana y por cierto, hubo otros socios en esta gran prueba. De aquí en más, se terminaron las excusas. A pesar de que nosotros no somos Iosef el Tzadik, no obstante, las pruebas a las que somos expuestos, no se parecen a las de un Tzadik. Cada uno es expuesto a afrontar las pruebas de acuerdo a su fortaleza, y cada uno está capacitado para hacerlo.

La ideología de la autoaceptación en su uso exagerado  es un peligro que acecha al deber interno de afrontar la prueba.  Esta ideología psicológica hace que la persona fluya consigo misma, se acepte a sí misma tal como es, reconozca sus debilidades, no demande demasiado de sí misma e incluso señala los daños causados a raíz de una confrontación estresante y exigente. Cuando se la reconoce en su nivel adecuado, es en efecto esencial, por la particular calma que tiene y debido a la introducción de la vida en las proporciones;

Sin embargo, al igual que con cualquier concepción moral y espiritual, la radicalización creciente en esta esfera está destruyendo la capacidad humana de afrontamiento y sus obligaciones de enfrentar la verdad y la moralidad y vivir de acuerdo con ellas. Por otra parte, el Ramba”m (Rabí Moshében Maimón, Maimónides) fijó en las Leyes de Teshuvá como un gran principio y como un pilar de la Torá y los preceptos el fundamento básico del libre albedrío del hombre, que emana de la imagen Divina imbuida en él. A partir de esta capacidad nos damos cuenta de que todo está en manos de Dios, con excepción del Temor a Dios, y dentro de las realidades complejas tenemos la capacidad de activar nuestra voluntad y a partir de ello, elegir lo bueno y despreciar de lo malo.

A veces asoma el peligro para el principio del libre albedrío y el afrontamiento de la prueba desde la dirección opuesta. Muchas veces intentamos resolver problemas espirituales  construyendo murallas de encuadre más altas. La lucha contra la navegación prohibida en internet a través de programas de filtro; la lucha con la tensión sexual prohibida entre hombres y mujeres a partir de una separación creciente; el ataque a ideas inválidas a partir de evitar exponerse a ellas; la construcción de una vía educativa de prohibiciones y cercos; sin pensar en el hecho que finalmente los graduados del sistema educativo son aquellos que asumirán el desafío y tomarán sus decisiones.

Como fue mencionado anteriormente, todo camino espiritual tiene suma utilidad, y la ley judía nos ha enseñado que hay una importancia suprema en la construcción de un marco adecuado. Sin embargo, la posibilidad de sostener un mundo espiritual únicamente sobre encuadres y altos muros, muchas veces, lamentablemente, alcanza la meta opuesta: no sólo que un marco no puede garantizar nada sino tan solo posibilitar, sino que le transmite a la persona cada vez más la sensación de un clima de debilidad, la falta de confianza en sí misma, la dependencia constante en los defectos externos, y la necesidad permanente de encerrarse cada vez más. Así es como erramos dos veces: la vida se torna más oscurantista y más difícil y el mundo de la fe se ve más negro, y también nos acostumbramos a apoyarnos en esos andamios y cuando no están o no cumplen su cometido-nosotros colapsamos.

El estilo del diálogo religioso debe basarse en la potenciación interior, en una postura real ante Dios, la voluntad de estar a la altura de las pruebas de la vida y sobreponernos al instinto del mal, y concretar nuestra intensa vida con santidad y pureza, a partir de una profunda fe interior.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul"

 

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