Estrategias de guerra en el Valle de Ayalon

Estrategias de guerra en el Valle de Ayalon

Este fue el momento al que condujeron las etapas previas-la caída de las murallas y la rendición de las ciudades. El ejército emorita-kenaaní salió de las murallas y se aprestó para el sitio sobre Guivón. Y así, se convirtió en un objetivo accesible para el ejército de Israel.

El rey de la Ierushalaim emorita-canaanea contempló la caída de Ierijó y de Hai, y la rendición de los Guivonim, y comprendió que esperar a los hijos de Israel dentro de las murallas se transformó en un error estratégico. Los Guivonim les concedieron a los israelitas una franja de control desde Ierijó hasta Kiriat Yearim (Abu Gosh), que luego se habrá de convertir en Najalat Biniamín.

Se generó una necesidad absoluta de crear un gran ejército emorita-kenaaní, al mando del rey de Ierushalaim, a fin de volver a tomar el control del espacio vital de los Guivonim, la clave del control sobre Ierushalaim desde el noroeste.

Este fue el momento al que condujeron las etapas previas-la caída de las murallas y la rendición de las ciudades. El ejército emorita-kenaaní salió de las murallas y se aprestó para el sitio sobre Guivón. Y así, se convirtió en un objetivo accesible para el ejército de Israel, que ascendió desde el Guilgal “toda la noche” (Versículo 9) y atacó por atrás en forma sorpresiva, con la primera luz y el sol resplandeciente sobre las espaldas de los israelitas y en los ojos de los emoritas-canaaneos.

El impacto de la sorpresa y la definición militar llevaron a una fuga general, y no a un retorno a Ierushalaim (ya que el camino fue bloqueado) sino hacia “la ladera de Beit Jorón” (Versículo 11). Aquí surgió una pregunta crítica-¿Acaso los emoritas-canaaneos alcanzarán a rescatar a la mayoría de sus soldados, para reorganizarse de cara a una nueva guerra? ¿O tal vez la derrota en Guivón se convertirá en una derrota completa con las “piedras de granizo” en la ladera de Beit Jorón?

Aquí, lo importante es la dimensión del tiempo-en la última ocasión Dios se involucró, aquí en nuestro capítulo, de un modo directo y revelado en las guerras de Yehoshua, en lo que se considera en el capítulo como el encuentro más importante de todos los tiempos (Versículos 12-14). De todos modos, el Ralbag (Acrónimo hebreo de Rabí Leiv Ben Guershón, 1288-1344, un famoso rabino, filósofo, talmudista, matemático, astrónomo y astrólogo. Fue uno de los comentaristas bíblicos más destacados de su época) y el Rambam (Guía de los perplejos, parte II, 35) explicaron que “ese mismo día fue a los ojos de Guivón como el día más largo del período estival allí”, y no querían tener ninguna modificación en las leyes de la astronomía.

La parte sustancial del milagro fue el suficiente tiempo para una rápida definición militar, que no permitirá una recuperación en los próximos años, y esto es lo que se describe más adelante en el capítulo.

Sin embargo, se enfatiza dos veces (Versículos 15, 43), que el ejército de Israel no se quedó en las ciudades que cayeron, sino que retornó al campamento en el Guilgal.

Gentileza del sitio 929

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