Esclavos fuimos de Shlomó

Esclavos fuimos de Shlomó

En una primera fase, Shlomó tenía más de 150.000 trabajadores forzados de los Kenaanim que quedaron, y no tenia necesidad alguna de un “impuesto al trabajador” de los hijos de Israel. Pero ese fue sólo el inicio.

“Pero de los hijos de Israel no sujetó Shlomó a servidumbre a ninguno, sino que ellos eran los hombres de guerra, y sus siervos domésticos, y sus príncipes, y sus capitanes… “ (Capítulo 9, versículo 22). Según este versículo, Shlomó no empleó a hombres del pueblo de Israel. Sin embargo, en otros lugares se describe que Shlomó impuso un impuesto al trabajador, también para los israelitas: “ E hizo el rey Shlomó una leva entre todo Israel; y la leva fue de treinta mil hombres, de los cuales enviaba al Levanón…y Adoniram estaba al frente de la leva“ (Capítulo 5, versículo 28); “Y este hombre Yarovam era esforzado, por lo cual viendo Shlomó que el mancebo era hábil en la construcción, le puso sobre todos los trabajos de la casa de Iosef“(Capítulo 11, versículo 28); y así también lo describe el pueblo, en sus palabras a Rejavam: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo“ (Capítulo 12, versículo 4); “mi padre los castigó con látigos“ (Capítulo 12, versículo 11);  y como consecuencia de la intransigencia de Rejavam de continuar recaudando el impuesto, el pueblo le hace daño: “Entonces Rejavam envió a Adoram, que estaba sobre los tributos; mas todo Israel le mató a pedradas. Por lo cual el rey Rejavam se dio prisa a montar en su carro, para huir a Ierushalaim“ (Capítulo 12, versículo 18);

No se trata aquí de diversas concepciones y de una mirada profética-crítica frente a una mirada oficial-comprensiva, sino hechos completamente diversos, y también en los “capítulos de la buena época”. A mi criterio, se trata de un proceso- En una primera fase, Shlomó tenía más de 150.000 trabajadores forzados de los Kenaanim que quedaron (capítulo 9, versículos 20-21; capítulo 5, versículos 29-30), y no tenía necesidad alguna de un “impuesto al trabajador” de los hijos de Israel. En una segunda etapa, se intensificó enormemente el trabajo de construcción en Ierushalaim , como así también en Jatzor, Meguido y Guezer (capítulo 9, versículo 15), y los trabajadores con impuestos de los Kenaanim que quedaron ya no eran suficientes. Por ende, Shlomó impuso también un impuesto al trabajo de los israelitas, y de ese modo se agregaron 1.000 trabajadores israelitas. En una tercera fase se reclutaron muchísimos trabajadores, principalmente de las tribus de la casa de Iosef, y en condiciones mucho más difíciles, que la tarea de uno o dos meses en el hogar y ese es el “sufrimiento de la casa de Iosef”.

Al culminar la construcción de la Casa de Dios, construyeron la casa del rey “todo cuanto quiso edificar Shlomó“ (capítulo 9, versículo 19). Al llegar a la construcción del “Miló” con una hermosa casa para la hija de Paró (Capítulo 9, versículo 24; capítulo 11, versículo 27) estalló la rebellion de Yarobam I. La opresión de la revuelta derivó en trabajo forzado con azotes, y luego de Shlomó, Rejavam se vio obligado a trasladarse a Shjem a fin de lograr alcanzar el reinado. Allí se desmoronó todo el emprendimiento, y se hizo realidad la profecía de la ruptura de Ajiá el Shiloní.

Cortesía sitio 929.

 

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