El sueño y el encuentro

El sueño y el encuentro

¿Quién es la princesa rechazada? ¿Quién es el amado deseado? ¿Y dónde se celebrará la boda?

 

El segundo cántico comienza con el sueño del amor (Capítulo 3, versículo 1), un sueño cuyo comienzo se da en el primer cántico; pero de inmediato, la amada se desentiende del sueño para salir a buscar a su amado en el mercado y en la plaza, y en esta ocasión, tras búsquedas recurrentes, y después de un encuentro improductivo con los guardianes que patrullan la ciudad, ella lo encontró, y trajo a su amado, que ahora no podrá escapar, “a la casa de mi madre, a la alcoba de mis padres” (Capítulo 3, versículo 4), aferrándose de tal modo que no está dispuesta a ceder en la cristalización del sueño, hasta el casamiento. El primer cántico es totalmente un sueño futuro sobre un encuentro amoroso imposible que debe hacerse realidad. El segundo cantico es el encuentro que se hizo realidad contra toda lógica, el encuentro del casamiento-he aquí que el “rey Shlomó” tiene “sesenta reinas y ochenta concubinas, y las doncellas que las asisten no tienen número” (Capítulo 6, versículo 8), ¿y por qué habrá de revelar su amor justamente a la “mujer rechazada, a la morena”?

 

Cuando el amor se hace realidad-en el primer cántico, con la confianza en el futuro, y en el segundo, en el encuentro previo al casamiento, sólo en ese momento la amada juramenta a las “hijas de Ierushalaim…no despertéis ni molestéis al amor, sino hasta que surja solo” (Capítulo 2, versículo 7; capítulo 3, versículo 5); ya que al igual que las cervatillas y las gacelas, el encuentro debe concretarse en el momento apropiado, en el instante en el cual el amor surgirá, y deseará revelarse con todo lo que oculta dentro. ¿Qué habrá de suceder si se pierde la oportunidad del encuentro y el amor no se concreta en realidad? Eso lo escucharemos en el tercer cantico. Este juramento se reitera en el relato, en 4 oportunidades, y es la clave para comprender la parábola y la moraleja, por consiguiente, hay en este relato 4 canticos, ni más ni menos.

 

 

Ya hemos estudiado que este amor no puede ser el de una pareja de enamorados, ya que el amado tiene esposa, un hogar e hijos, pero con su verdadera amada se encuentra en Ein Guedi, mientras aún vive en Shunem (Shulem) en el Valle de Izreel, ya que David, en el Cantar de los Cantares, tiene 60 reinas y 80 concubinas, y circula a lo largo de su reino desde el desierto al Hermón. Por lo tanto, la moraleja puede ser una de dos: 1. Una princesa rechazada, que fue alejada de la casa real, y está completamente segura que dicho alejamiento no es por iniciativa del príncipe/el rey, que realmente la ama, y el final de “las hijas de Ierushalaim” es el de morderse la lengua cuando despierten y vean el casamiento del príncipe/el rey con su verdadera amada. 2. El “hombre” amado a la distancia es el Dios de Israel, y la “mujer” rechazada es ”la congregación de Israel” en la esclavitud de Egipto (como en todos los exilios humillantes), y el encuentro de la boda es al salir de Egipto y en el Monte Sinaí, o en el reino de David y Shlomó en Ierushalaim. 

A la primera moraleja le faltan nombres, datos biográficos, la explicación del contexto de la casa real, y la explicación del deseo del príncipe/el rey,de encontrarse precisamente con la princesa rechazada, y devolverla a “Ierushalaim”, y por cierto, las causas del fracaso en la continuidad, y por último, el encuentro renovado. Sin todos los datos faltantes, ni siquiera  resulta “interesante”-no hay aquí una novela, no hay un relato-sólo hay cánticos y sueños y juramentos  de una figura anónima, que más allá de las descripciones del cuerpo de la mujer/gacela, no sabemos nada acerca de ella. La segunda moraleja, alusiva al Dios de Israel, que tiene grandes e importantes pueblos, reinos y culturas en todo el mundo y eligió, entre todos, entregarle la Torá a la “Congregación de Israel” que “sube del desierto” (Capítulo 3, versículo 6), sobre esto tenemos un episodio importante y conocido, y que es además la historia de todos nosotros-así es como el Cantar de los Cantares tiene también un relato interesante, triste y emotivo, conmovedor y significativo. “En el día de su boda”…”se refiere a Sinaí”, “y el día del deleite de su corazón”, es “el hogar eterno” (Capítulo 3, versículo 11; Shir Hashirim Rabá, fragmento 3,21).

Gentileza sitio 929

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