El pacto de la llanura de Moab prolonga el pacto de Sinai

El pacto de la llanura de Moab prolonga el pacto de Sinai

El pacto de la llanura de Moab agrega un apéndice importante al pacto de Sinai: el involucramiento y el activismo del pueblo de Israel en dicho pacto.

Al final de la Parashá (sección) de Mishpatim, está descripta la concertación del pacto en Sinai. Allí construyen un altar (“Y erigió un altar a los pies de la montaña“) y sobre el altar elevan ofrendas de holocausto y Shelamim (“Y ellos ofrecieron holocaustos y sacrificaron y ofrecieron Shelamim (sacrificios de paz) ante Adonai, novillos“). Estos dos detalles figuran también aquí. El detalle interesante es la comparación adicional entre ambas concertaciones de los pactos: aquí, el mandamiento es “y habrás de escribir sobre las piedras, todas las palabras de la Torá esta”. La característica de la Torá figura en el “Brit Haaganot”, en Sinai, aunque con una diferencia sustancial: “Dijo Adonai a Moshé, asciende a Mí a la montaña, permanece allí y te daré las tablas de piedra y la Torá, y los preceptos que yo he escrito para enseñarlos”. Frente a las tablas de piedra en el pacto de Sinai se ubican las piedras en el evento del monte Eibal, y en función de la escritura de las palabras de la Torá por Dios, ahora, el pueblo de Israel recibe la orden de escribir las palabras de la Torá.

A la luz de todo lo señalado, parece que el texto quiere exhibir el pacto adicional que el pueblo de Israel realiza con Dios como continuidad del primer pacto, el pacto de Sinai. Por un lado, representa la continuidad, pero por otra parte, hay en esta continuidad una notable innovación, y es el activismo del pueblo de Israel al concertar este pacto. En el pacto de Sinai, Dios escribió sobre tablas de piedra y se las entregó a Israel, y ellos por su parte la recibieron en forma pasiva y se comprometieron con el pacto; en la complementación del pacto de Sinai, el pueblo se coloca frente a Dios como activo, y como asumiendo el compromiso del pacto desde una actitud proactiva.

Mientras el pueblo de Israel se hallaba en el desierto, atravesando la travesía rumbo a la tierra prometida, aún no estaban constituidos plenamente como pueblo. Un pueblo consolidado y autónomo existe solamente en una tierra con límites claros, en momentos en que establece su Estado. De todos modos, el compromiso del pueblo en el desierto fue deficiente. Aún cuando se comprometieron en forma sumamente sincera, su posicionamiento público, nacional y estatal era deficiente, ya que aún no tenían un Estado. Por cierto, el particular acceso al pacto en el desierto, justamente, sin un  Estado, en momentos en que el pueblo es consciente de su dependencia, diaria, de Dios, sin embargo, la parte sustancial del compromiso concerniente a la construcción de la nación en el espíritu de los mandamientos de Dios, puede registrarse solamente después de que el pueblo ingresa a la tierra y tras haber recibido su reconocimiento nacional en forma completa. 

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".

 

 

 

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