El gran sueño de David se desmorona

El gran sueño de David se desmorona

El nombre que le dio David a su hijo da cuenta del gran futuro que le deparaba. Y cuanto mayor es la expectativa, más grande es la desilusión.

El nombre “Abshalom” da cuenta de que David veía  en él un “padre” para la continuidad de su reino en “paz” (tal como lo llamó posteriormente a “Shlomó”). “Abshalom” era el primer hijo de una  hja de rey no judío. Talmai, rey de Gshur. Este pequeño reino arameo (al noreste del Kineret, Mar de la Galilea y al sur de los Altos del Golán, aparentemente), permaneció fiel a David y a Ierushalaim. Incluso cuando su vecino del norte, Maajá, se unió a la coalición aramea enemiga. David consideraba a Gshur un apoyo leal para el dominio de Israel en el espacio, y resulta que Talmai también recibió de David algunas partes del reino de Maajá, y así denominó a su hija. “Abshalom hijo de Maajá hija de Talmai rey de Gshur” (capítulo 3, versículo 3), representaba el gran sueño de David para la consolidación de Ierushalaiam como capital de toda la región, tanto en el sentido político como espiritual. Maajá hija de Talmai, es la primera que llega a Hebrón y a Ierushalaim, a partir de una plena integración en el reino de Israel. 

Todo esto se desmoronó en el rostro de David-no “padre” sino un hijo que “roba el corazón de la gente de Israel” (capitulo 15, versículo 6), y no “paz” sino “una espada de tu casa” (capitulo 12, versículos 10-11). En lugar de lealtad de Gshur a Ierushalaim-el hijo de Maajá, la hija de Talmai, el rey de Gshur se apoderó de Ierushalaim. Algo parecido le sucedió a los reyes Jashmonaim, quienes convirtieron a los Edomim, y Herodes tomo el control y reinó en Iehudá en lugar de ellos.

Precisamente aquí, cuando se vio forzado a escapar de Ierushalaim, David se reveló en toda su dimensión-salvar la vida. No transformar a Ierushalaim en un campo de batalla. Ni siquiera aceptó llevar con él el Arca, ya que Ierushalaim, la “morada” de Dios, es más importante que David-“si he de hallar gracia ante los ojos del Señor y me haga volver, me mostrará tanto el Arca como su morada. Pero si Él dijera así: "No me complazco en ti", aquí estoy, que haga conmigo lo que bien Le parezca” (versículos 25-26).

Gracias a esta fe David venció, y en merito a esta fe, Ierushalaim siguió siendo “el trono de David” hasta  la actualidad.  


Gentileza sitio 929

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