Divinidad entre ellos

Divinidad entre ellos

La familia es un elemento común a todos los seres humanos. ¿Cuál es la singularidad de la familia judía?

El relato de la creación alude a la simple dimensión humana de la familia: “Por ello, el hombre deja a su padre y a su madre y se adhiere a su mujer y se tornan en una sola carne” (Bereshit, capítulo 2, versículo 24). Cada uno de los integrantes de la pareja abandona su hogar y su lugar de nacimiento para constituir un mundo nuevo y propio, apegarse a su mujer y convertirse en un ente. De este vínculo especial nacen los hijos-“y se tornan en una sola carne”-y ellos son una parte integral de la pareja. La relación entre el hombre y su mujer es un elemento compartido por toda la humanidad. Ya se encuentra citada en el relato de la creación, y desea transmitir esta enseñanza a todo el mundo.

En el pueblo de Israel, esta estructura es una cuestión singular, por el hecho de que es la fuente de la energía y la continuidad de la nación. La familia judía representa el núcleo de la existencia, lo que es natural para el mundo todo, cobra una fuerza especial en el pueblo judío, y por ello el cuidado extremo de la fidelidad familiar, al contemplar a los hijos como parte integral de la relación de los padres, y el gran peso que tiene la estructura familiar en la vida pública.

¿Y qué es lo que hay de singular, única y exclusivamente en el pueblo judío? Este es el anuncio que figura en el capítulo 15 del libro Vaikrá-la pureza familiar, y su santidad que aparecerá en la continuidad. La relación entre el hombre y su esposa no es sólo fidelidad y no concierne solamente a su relación de pareja. En el momento en que un hombre y una mujer conforman una familia, no lo hacen ellos solos. También Dios es socio en su vida de casados, y el texto que se pronuncia en la ceremonia nupcial indica que el vínculo entre ellos tiene un significado profundo y elevado. La bendición del casamiento “que santifica a su pueblo Israel con jupá y kidushín (consagración)”,  y el texto del compromiso “he aquí que eres consagrada”, y ambos dan cuenta del profundo enaltecimiento entre ellos.                                                   

La dimensión adicional es la de la pureza. La relación del hombre con su cuerpo es como hacia un recipiente Divino creado a partir del espíritu de la palabra de Dios, y en forma paralela tiene una dimensión de “polvo de la tierra”. Por ello se requiere en forma constante, vivir una vida de pureza. La pureza corporal compromete al hombre en el momento en que quiere ascender al monte del Templo o realizar todo tipo de acciones relacionadas con cuestiones sagradas como la Trumá (una parte de la cosecha dedicada como regalo al Cohen), el Maaser Sheiní (Segundo diezmo), y la pureza corporal compromete a la mujer tanto en estos temas como así también en su vida íntima.

La pureza de la familia es un precepto de Dios, quien consagró la vida del cuerpo y también demandó su pureza corporal.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul".

 

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