“Amarás a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy el Eterno”

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy el Eterno”

Preguntas
• ¿Cómo es posible que la Torá me obligue a amar? No puede obligarme a tener un sentimiento.
• ¿Cómo puedo amar a otro como a mí mismo?
• ¿Es un precepto meramente sentimental? 
• ¿Cuál es la importancia de este precepto?
• Rabí Akiva no lo veía como un simple precepto, sino que lo veía como uno de los principios fundamentales de la Torá.
Respuestas 
Entre las cosas que son consideradas un principio fundamental de la Torá figuran: “Seréis santos”, “Haréis lo bueno y lo correcto”. Un principio es un concepto central que de él  se desprenden muchas otras cosas que no necesariamente tienen que  ver con ese tema específico, sino que se aprenden reglas y pautas que se extienden y se aplican a otros aspectos de la vida.
Con respecto a la pregunta de cómo es posible que la Torá nos obligue a tener un sentimiento, para Najmánides, esto no debe entenderse literalmente, sino más bien como algo metafórico, pues no es lógico que podamos obligar a alguien a sentir una emoción.
Rambam es más específico y dice que debemos hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hagan a nosotros. Por supuesto dentro de parámetros normales, sin llegar a extremos egocéntricos, pues puede haber quien pretenda que todo el mundo lo sirva a él. Más bien se refiere a que nos comportemos con nuestro prójimo tal como esperamos que ellos se comporten con nosotros: que nos traten bien, con respeto, que nos brinden ayuda cuando la precisamos, etc.  
Por lo tanto, amar al prójimo, quiere decir, tratar al prójimo como tú esperas que ellos te traten a ti, y no necesariamente “como tú te amas a ti mismo”.
Para Rambam se trata de algo concreto, la forma correcta de  cumplir este precepto está en el ámbito de la acción, cómo debo actuar hacia el prójimo,  no se trata de qué es lo que debo sentir por el otro. 
Por lo tanto no se incluye dentro de este precepto la obligación de visitar a un enfermo que se encuentra a cientos de kilómetros de distancia, pues nosotros mismos no esperaríamos que nos vengan a visitar desde tan lejos cuando estamos enfermos. Insisto, se trata de actos, no de sentimientos. El hecho de que yo sienta o lamente mucho lo que le ocurrió al otro, ese sentimiento no ayuda concretamente al prójimo.
Este precepto incluye un aspecto activo y otro pasivo. Por un lado: comportarme con mi prójimo tal como quisiera que se comporte conmigo, pero por otro lado, tratar de no hacerle cosas que a él no le gusten, para que él no sufra. Ejemplo de esto es si veo que alguna pertenencia de mi prójimo se está arruinando, debo actuar para evitar que se siga arruinando (por ejemplo, en mi casa, antes de entrar me limpio bien los zapatos para no ensuciar la alfombra, o antes de entrar a mi auto también trato de quitarme el barro de los zapatos, así también, al entrar en la casa de mi prójimo o a su auto, fijarme de no entrar con los zapatos sucios) No solamente con los actos, sino también con las palabras, evitar decirle cosas que no me gustaría que dijeran sobre mí, por ejemplo no decir que sus hijos son un desastre, etc.
Rambam define este precepto concretamente en Hiljot Deot cap. 6:3  “Es un precepto positivo amar a cada uno de los miembros del pueblo de Israel como a sí  mismo, como está escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo...” (Lev. 19:18).  Por lo tanto debe hablar de los puntos alabables de su prójimo y preocuparse por los bienes del otro a la manera que se preocupa por sus propios bienes y aprecia su propia honra. Todo aquel que se vanagloria con la vergüenza del prójimo - no tiene parte  en el mundo venidero”. 
Específicamente nos habla de alabarlo, cuidar sus pertenencias y que no tenga pérdidas materiales, dinero, etc. 
Vemos que la Torá no está pidiendo cosas imposibles, como ser darle todo al prójimo o cosas por el estilo. No es algo lejano de nosotros, sino que se trata de algo que podemos cumplir perfectamente. 
Es por esto que Rabí Akiva dijo que era un principio fundamental de la Torá, pues se trata nada más ni nada menos que de las pautas mínimas para el establecimiento y mantenimiento de una sociedad buena, sana, en donde todos se ayudan mutuamente y no se perjudican los unos a los otros. 
 

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