¡No olvidarás!

¡No olvidarás!

En el discurso de Iehudá, Iosef escuchó por primera vez que su padre no lo olvidó, sino que piensa que él ha muerto. Esto motivó que se diera a conocer ante sus hermanos.

Sin ninguna otra alternativa, al límite del coraje, la súplica y la impertinencia, Iehudá se presentó ante el extraño gobernante. Y frente a sus graves falsas acusaciones junto con la abundancia y la beneficencia que concedeen forma constante-Iehudá se ofreció como esclavo en lugar del pequeño Biniamín, acusado por “el robo de la copa”-la concreción de su garantía a su padre.

De este modo, Iehudá expió su pecado de haber vendido a Iosef como esclavo- “Vamos vendámoslo a los Ishmaelim…” (Capítulo 37, versículo 27) pero esta es una expiación ante  “el juez de toda la tierra”, y no es esto lo que quebró la alienación de Iosef y su plan para dejar a Biniamín con él. Sin saberlo, Iehudá quebró el muro del error de Iosef en relación a su padre, como si lo hubiera olvidado por orden Divina-

“Dijo tu servidor, mi padre, a nosotros: Ustedes saben que dos, me ha dado a luz mi mujer. Mas, uno salió de conmigo y dije: ¡pero devorar ha sido devorado! Y no lo ví, hasta ahora” (Capítulo 44, versículos 27-29)

Después de 22 años Iosef escuchó por primera vez que su padre llora y guarda duelo por él, que el olvido que relacionó con la orden de Dios es un craso error, que su padre vivió en forma equivocada igual que él, un error de “devorar, ha sido devorado”- “Y no pudo Iosef contenerse…yo soy Iosef! ¿Vive mi padre aún? (¿y me quiere?) (Capítulo 45, versículos 1-3)

Debemos aprender un mensaje para todas las generaciones, que todo pensamiento acerca del olvido de una tribu de Israel es un tremendo error, que finalmente será esclarecido.

Gentileza del sitio 929

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