Todas las promesas fueron cumplidas

Todas las promesas fueron cumplidas

Yehoshua le habla al pueblo y a sus dirigentes en su vejez y establece que de la promesa de Dios nada ha quedado sin cumplir. No obstante es correcto que aún quedan territorios por conquistar y que Yehoshua le exige al pueblo hacerlo, no puede permitirse que los pequeños detalles provoquen que no se pueda ver el panorama general.

Los últimos capítulos del libro Yehoshua cierran el libro con dos encuentros del pueblo y con dos reprimendas de su líder. Las dos reprimendas son contempladas como una redundancia innecesaria, pero estaban dirigidas a diversos referentes y tienen otros contenidos. La primera reprimenda se centró en un punto: el deber de culminar la conquista de la tierra y tener sumo cuidado con sus habitantes. El destinatario de este legado son los líderes políticos del pueblo que habrán de recibir el cargo de Yehoshua-los ancianos del pueblo, sus jefes, sus jueces y sus oficiales. Yehoshua les habló haciendo hincapié en su vejez y en su inminente despedida del pueblo a fin de avivar en ellos la responsabilidad que habrán de recibir tras su muerte.

En la segunda reprimenda no es mencionada la continuidad de la posesión de la tierra, y fue dedicada al deber del pueblo de temer a Dios a raíz de su bondad para con ellos. Su contenido es la fe y la observancia de la Torá, y su estilo popular y vivencial  indica que los conceptos de Yehoshua estaban dirigidos al público en general y no a la élite de los dirigentes. En la misma, Yehoshua no figura como conquistador y general, sino como profeta y aquel que pronuncia la reprimenda en el acceso del lugar, que viene a acordar un pacto entre el pueblo y su Dios y a establecer leyes.

Yehoshua comenzó sus palabras en la primera reprimenda desde una postura de poder y seguridad “Y aconteció, que pasados muchos días después que el Eterno dio reposo a Israel de todos sus enemigos de alrededor” (Versículo 1) y resumió la época de un modo contundente: “no se ha dejado de cumplir ninguna de las cosas buenas que el Eterno vuestro Dios les ha dicho, todas se les han cumplido, no ha faltado ninguna de ellas” (Versículo 14).

Yehoshua no buscó, Dios libre y guarde, engañar a la gente y no pudo deslizar cosas en sus palabras a la generación que experimentó las cosas y conoció la verdad. Yehoshua prosigue y le exige a su pueblo concluir la conquista y nadie formuló la pregunta: Si se cumplieron todas las promesas, ¿Por qué se debe terminar la conquista? Todos eran partícipes de su sensación de que todas las promesas divinas se habían cumplido y ninguna quedó pendiente, y no percibieron contradicción alguna con los hechos consumados.

Así como hay que tener cuidado con los sueños falsos, del mismo modo se debe tener cuidado con apegarse a detalles problemáticos y por ello perder lo sustancioso. No se pueden ver solamente los árboles aislados y perder la vista de todo el bosque. A pesar de haber quedado en la tierra algunos enclaves de otros pueblos, ese factor  no perjudicó el hecho de que Yehoshua venció a los Kenaanim y posicionó a Israel muy cerca de las fronteras del pacto. La conclusión de la conquistas está al alcance de la mano del pueblo, y depende íntegramente de él, y no hay falta alguna en la promesa de Dios.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Vaanavá-Iunim beYehoshua veShoftim”, ediciones “Midreshet Hagolán”

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