Preguntas de Abarbanel, Génesis 24

Preguntas de Abarbanel, Génesis 24

1   “y dijo Eliézer: Oh Hashem, D-s de mi señor Abraham, dame te ruego, el tener hoy buen encuentro...  He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de la ciudad salen por agua.  Sea pues que la doncella a quien yo dijere: ´ Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba', y ella respondiere: 'Bebe y también daré de beber a tus camellos ´, que sea ésta, la que tú has destinado para tu siervo Isaac.  Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí que Rebeca hija de Betuel... salía con su cántaro sobre el hombro...

(Génesis 24, 20)

Preguntas:  ¿Cómo es que Eliézer, el fiel siervo de Abraham, dejó a la suerte tal decisión como la elección de una esposa para Isaac?,  Y ¿qué hubiera pasado si en vez de Rivká, otra mujer no apta y corriente, fuera la que hallara Eliézer y coincidiera con las señales que determinó?.  ¿No es acaso, lo que hizo Eliézer, algún tipo de hechicería o magia prohibida por nuestras tradiciones?

Respuesta:

Abarbanel explica que lo que hizo Eliézer no entra dentro de la categoría de las costumbres paganas o hechicería, ya que este tipo de prácticas se aplican a situaciones fuera de la comprensión y lógica humana.  Por ejemplo, si alguien dice: “si mañana llueve, de seguro voy a sembrar...”,  realmente no se trata de una señal mágica sino de un acontecimiento que me llevará a otro.

Las pruebas pues, que estipuló este hombre son congruentes con una persona recta, amable y bondadosa, que es el perfil de mujer que está buscando para su amo Isaac: No cualquier doncella le ofrece a un forastero subir agua del pozo y darle de beber a él y también sus camellos (los cuales se sabe que toman mucha agua y de seguro tuvo que bajar y subir varias veces), sin conocerlo.

Además de lo anterior, Eliézer no iba a tomarla inmediatamente al cumplirse sus señales sino que le preguntaría: “¿De quién eres hija?” (ibid 23), e indagaría más acerca de su procedencia y formación familiar.  Le interesaría también qué tan hospitalarios eran: “¿Hay en casa de tu padre lugar donde posemos?” (ibid), pregunta, ya que él sabía que la casa de Abraham siembre estaba abierta a cualquier persona; ciertamente, la futura matriarca debía seguir y concordar con los buenos modales de su amo.

Muchos preguntan también por qué la Torá alarga en esta historia contando y repitiendo las palabras de Eliézer al hablar con la familia de Rivká.  De seguro este gran libro nos quiere enseñar la importancia de las buenas ´Midót´ (modales), y cómo encontrarlas en una persona con quien se compartirá el resto de la vida.

Mientras hoy en día las parejas se conocen por mucho tiempo antes de casarse y desgraciadamente en muchos casos el matrimonio fracasa, Isaac tomó a su esposa sin haberla casi conocido.  “...y tomó a Rivká por mujer, y la amó”  (ibid 67). Al parecer, el amor en el judaísmo es algo que se construye poco a poco, y va en aumento con el tiempo. Lo principal es empezar con una buena base.

  “Y nuevamente Abraham tomó mujer, llamada Keturá, y tuvo de ella por hijos a Zimrán, a Yocshán, a Medán, a Midián, a Yishbac y a Shuaj...  Y Abraham le dio a Isaac todo lo que poseía, y a los hijos de sus concubinas, Abraham les dio regalos y los mandó lejos de Isaac, al oriente.”

 (Génesis 25, 1-6)

Pregunta: ¿Cómo es que Abraham, a estas alturas de su vida (¡tenía aprox. 140 años!!) decidió tomar otra mujer y tener más hijos con ella?, ¿No le era ya suficiente con haber engendrado a Isaac de su amada esposa Sara,  y con eso cumplimentar la promesa Divina?

Respuesta:

Abarbanel propone varias respuestas a este extraño proceder de nuestro primer patriarca:

El papel de Abraham no era nada más engendrar al pueblo de Israel, sino que también ser padre “de una multitud de pueblos” (ibid 17,5).  Para ello, no podía conformarse con sus dos hijos (Ismael e Isaac); una vez que Sara murió, debió tomar otra esposa para cumplir su cometido.
Al haberse realizado el Brit Milá (circuncisión), Abraham recibió un potencial mayor para fungir como “padre de una multitud de pueblos”.  De hecho, el cambio de nombre (donde se le aumenta la He, siendo ya Abraham) está al servicio de este rol que habrá de cumplir, y tiene lugar justo antes de cumplir con este precepto.
Abraham quería evitar que Ismael pretendiera repartirse la herencia con Isaac su hermano, alegando que le correspondía la mitad de todo.  Es por ésto que a todos los nuevos hijos los “mandó lejos de Isaac, al oriente”, para así demostrarle que él también no es sino un hijo más, y establecer que dejaría todo al hijo de Sara.
Todo padre debe evitar al máximo las peleas entre sus hijos.  No hay duda que Ismael, al haber sido echado de la casa de Abraham por causa de su hermano Isaac (ver cap 21), guardaba un gran rencor.  Al tener entonces el patriarca más hijos y mandarlos lejos (así como hizo con Ismael), de alguna manera él entendería que no fue algo personal y momentáneo, sino que formaba parte de la ordenanza Divina de que Isaac sería el sucesor principal de Abraham para cumplir con la gran responsabilidad que se le confirió.  A final de cuentas estos dos hermanos quedaron en buenas relaciones: “Y expiró Abraham, muriendo en buena vejez, saciado de años...  Y sepultáronle sus hijos Isaac e Ismael en la cueva de Macpelá”  (ibid 25, 8-10).  Al decir “buena vejez y saciado de años”, demuestra que vio a sus hijos convivir en paz; además Ismael tuvo el privilegio, a diferencia de los hijos de las concubinas, de enterrar a su padre y mantenerse cerca hasta el día de su muerte.

Una enseñanza a recoger es el total compromiso que tuvo Abraham con El Creador; desde su juventud y hasta su vejez ningún obstáculo impidió a nuestro patriarca a cumplir con su enorme responsabilidad y desarrollar al máximo su potencial.  No en vano D-s lo llama “Abraham, mi querido” (Isaías 41,8).

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