Preguntas de Abarbanel, Génesis 11

Preguntas de Abarbanel, Génesis 11

    “Y era toda la tierra de una sóla lengua y de iguales palabras.  Y ocurrió, cuando venían desde el oriente, que hallaron un profundo valle en la tierra de Sinar y allí se afincaron...  Y dijeron: ´ Edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúpula llegue al cielo y nos haga famosos, para que no seamos dispersos sobre la faz de la tierra ´.  Y  bajó el Eterno a ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos del hombre.  Y dijo el Eterno... bajemos entonces y confundamos su lengua, para que no puedan entenderse más entre sí.  De tal modo el Eterno los dispersó allí sobre la faz de la tierra y ellos cesaron de edificar la ciudad”

 (Génesis 11,1-9)

Pregunta:  ¿Cuál realmente fue el pecado de los hombres que querían construir la famosa Torre de Babel? ¿Acaso el simple hecho de querer edificarla los hizo merecedores de tal castigo? Y ¿qué tipo de castigo es éste en el que se confunden las lenguas?, ¿Por qué D-s habla aquí en plural (Bajemos, confundamos)?

Respuesta:

Variadas son las opiniones de los distintos comentaristas acerca del pecado cometido por esta gente:

Una idea habla de que realmente querían subir al cielo y desafiar a D-s; sin embargo Abarbanel rechaza tajantemente esta razón ya que, ¡cómo es posible que toda la gente se convenciera de tal tontería!, tomando en cuenta que entre ellos se encontraba el mismo Noaj, Shem, Ever y hasta Abraham; gente sabia y con tanta fe en el Creador.

Otra opinión habla de que la intención de construir la torre era para salvarse de un posible segundo diluvio, pero nuevamente al considerar que Noaj se encontraba entre ellos, debían saber que D-s mismo juró que no volvería a mandar otro diluvio sobre la tierra; el arco iris era señal fehaciente del compromiso divino.  Además, de ser así, no hubieran construido la torre en un valle, sino en una colina o una alta montaña, para contar con una mayor altura inicial.

La tesis de Abarbanel es que el pecado de esta generación es una continuación del pecado original de Adám, que a su vez continuaron Caín y las generaciones que le siguieron: el hecho de no conformarse con las bondades que el Creador otorgó en un principio sino dejarse llevar por las tentaciones del mundo material.  Como es sabido, Caín era agricultor, que en hebreo se le llama “Oved Adamá”, lo cual también se puede traducir como trabajar para la tierra (o esclavo de la tierra, “Eved”), que habla de enfocar todo el esfuerzo hacia un fin meramente material y mundano.  A diferencia, Abel igual que Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y David entre otros, fueron pastores; oficio que se relaciona más con la contemplación y espiritualidad.  En el caso de Noaj, aún cuando fue también agricultor, en hebreo fue llamado “Ish Haadamá”, que se traduce como Hombre de la tierra, alguien que domina y está por encima del mundo terrenal.

La filosofía de Caín y sus sucesores los llevaron necesariamente a una vida de acumulación de riqueza y bienes materiales, proclive a la ambición desmesurada, a la envidia y finalmente al odio entre las personas.  La consecuencia directa  de ésto fue el diluvio sobre la tierra.  Al D-s observar como la generación post-diluviana se encaminaba de nuevo a ese final, construyendo una torre como mero símbolo de poder y supremacía, decidió aplicar “medicina preventiva”, confundiendo sus lenguas e impidiendo la terminación de esta vanidosa obra.

Es interesante notar que así como Adám fue corrido del paraíso “Gan Eden”, Caín fue también expulsado de su lugar para vagar por el mundo; al parecer, el mismo tipo de castigo es aplicado ahora nuevamente, “diferenciándolos y esparciéndolos sobre la faz de la tierra”.

Con respecto al lenguaje en plural “Bajemos, confundamos” el autor explica lo siguiente:

Originalmente la providencia y contacto de D-s con sus criaturas se daba en una forma directa y sin ningún intermediario; al ser ésto un gran privilegio,  implica también una gran responsabilidad, porque el contacto directo hace que el juicio Divino se ejerza de una manera más rígida e inmediata.

Como el hombre fue degradándose poco a poco e identificándose más con el mundo material, D-s delegó la supervisión sobre ellos a los ministros celestiales.  Ahora, el Todopoderoso desciende hasta ellos a través de todos estos intermediarios, que se encargarían en lo sucesivo, cada uno de un pueblo y una lengua distinta.  Quedó solamente un grupo de personas del linaje de Shem y Ever que se continuó con Abraham hasta la formación del pueblo de Israel, que mantuvo ese contacto estrecho con D-s sin intermediario ni ministro celestial alguno.

Es pues responsabilidad nuestra el continuar ese digno aunque difícil camino y no ser llamados “Ovdei Adamá” sino “Anshei Adamá”, hombres que sabemos utilizar y elevar el mundo material hacia dimensiones espirituales.

 

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