La paz - Hilel y Shamai

La paz - Hilel y Shamai

Pinjas salva al pueblo judío, es el símbolo del Sacrificio, del Idealismo, quizás hasta cierto punto del fanatismo, y sin embargo "Parashat Pinjas" es la mayor enseñanza de paz. Al mismo Pinjas D’s le da su facto de paz: "Berith Shalom”.

La Parasha del Kanoi, se transformó en la Parasha de la paz, del Shalbm, y la paz es uno de los máximos principios del judaísmo.

Los Pirkei Avot ya nos dicen que sobre tres principios el mundo existe:

“על שלושה דברים העולם קיים: על הדין, על האמת ועל השלום"

"Sobre la justicia sobre la verdad y sobre la paz”

La justicia debe imperar ante todo, la verdad es uno de los supremos valores del hombre, pero con todo ello sin la paz no puede el mundo subsistir. Es por ello que en la justicia judía existen el Din y la Pshorá, el juicio ruido y el "arreglo", donde se busca el Shalom más aún que la justicia y el saludo hebreo es "SHALOM".

El "Shalom”, la paz nos indica pues un gran principio del judaísmo. La verdad es el principio del individuo, la paz es el de la Comunidad. Esta es la diferencia entre Moshé y Aarón. Moshé es el profeta, Aarón el sacerdote, es el que muestra la meta final, está por encima de su pueblo, y por ello ve más que él y quizás hasta cierto punto no pueda comprender sus debilidades. Aaron es el Cohen, el Sacerdote, el que muestra la senda como llegar a la meta, es por ello el hombre de la paz, y por ello nos dicen los jazanim:

הלל אומר: "הוי מתלמידיו של אהרן אוהב שלום ורודף שלום, אוהב את הבריות ומקרבן לתורה"

Hilel nos dice: "Sé un discípulo de Aaron, ama la paz, persigue la paz, ama a los seres y acercalos a la Torá".

Hilel es el que nos dice éste aforismo. Ciertamente Hilel y Shamai nos representan a Aaron y a Moshé.

Y hay un pequeño relato sobre ellos que nos ilustrará en nuestros análisis. Hilel y Shamai vivieron aproximadamente durante el reinado de Herodes en los tiempos del segundo Templo de jerusalem y eran los dirigentes del Sanedrín.

Se relata que un gentil fue a lo de Shamai a que lo convierta, pero con la condición que le enseñara toda la Torá sobre un pié, es decir en el tiempo que pudiese estar parado sobre un pié.

Shamai lo echó con la "vara de la construcción”.

Fuese el gentil a lo de Hilel, y este le acercó y le dijo:

“דעלסיך סני לחברך לא תעמיד, ואידך פירושא היא זיל גמור"

"No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti. Lo demás es "comentario", ve y concluye" y el gentil entró al Judaísmo.

Aun leyendo superficialmente esta Agada, sin duda alguna se nos muestra plena de contenido por la alta enseñanza moral que encierra en sí. "No hagas a tu prójimo le que no quieres que te hagan a ti y éste es el principio máximo del cual todo lo demás es comentario!

Sin embargo ésta Agada precisa de un estudio más detenido y profundo. Shamai a pesar de ser un dirigente del Sanedrín como la casi totalidad de los rabies Talmúdicos tenían en su vida privada una profesión, de la que vivían. El Talmud nos muestra un bello cuadro cuando los jajamim antes de decidirse sobre determinada cuestión deben ir a consultar a un rabí que subido en un andamio trabajaba como albañil y que sólo interrumpió su trabajo cuando su presencia fue indispensable. Shamai, un constructor, tenía en sus manos la "vara de la construcción" y con ella echa al gentil. No era un acto impulsivo, era un acto simbólico. Cuando se construye un edificio se comienza por los cimientos y por la base y sólo entonces se puede levantar las paredes. El hombre debe hallarse preparado para llegar a la Torá y no recibirla "sobre un pie", pues de Pesaj a Shavuot también hubo días de Sefirá.

Shamai era pues el hombre de la Verdad, Hilel era en cambio el hombre de la paz. Hilel le da un principio general, el principio del amor a la humanidad, el principio de la Torá y le ordena continuar. Hilel encuentra la senda como llegar aún a éste corazón extraviado y lo lleva a la verdad.

El principio de Hilel es el principio de la paz: "No hagas a tu prójimo lo que no quieras que te hagan a ti”. Es el principio de la paz y Rabí Akiba nos dice:                                        

“ואהבת לרעך כמוך: זה כלל גדול בתורה"      

"Y amarás al prójimo como a ti mismo, he aquí un gran principio del Judaísmo".

Pero sin embargo es necesario e interesante detenerse sobre este "gran principio” y la formulación que recibe en labios de Hilel, formulación negativa: "No hagas....." Rabi Akiba nos recuerda la parte afirmativa: "Amarás a…” más la dificultad persiste.

En el Cristianismo encontramos una fórmula parecida pero afirmativa: "Haz a tu prójimo lo que quieras que te hagan a ti", y realmente estas dos fórmulas nos revelan un de las más grandes diferencias entre estas dos concepciones de la vida.

Para comprender este principio, recordaremos un interesante problema del Talmud (Baba Metziá LXII,1):

“Dos peregrinos iban en el desierto, uno de ellos tenía una cantimplora de agua. Si tomaran los dos morirán irremisiblemente. Si tomará uno sólo llegará a la población. Decía Ben Petura: “Que tomen los dos y no vea uno la muerte de su compañero, hasta que vino Rabí Akiba y enseno: "Y vivirá tu hermano contigo" (Vaikrá XXV). Tu vida antes que la de tu hermano"

Este pequeño texto del Talmud que contiene la palabra de los más eminentes sabios judíos: Rabí Akiba encierra en su laconsimo y sencillez un Universo entero de ideales y pensamientos.

Solo uno de los los hombres puede salvarse. Si beben los dos, mueren, quien debe beber? He aquí el problema y las dos famosas fórmulas nos darán la solución. Se encuentran aquí podríamos decir el “altruismo” con la "justicia”: aquello que corresponde a cada uno. Según el Judaísmo la vida es sagrada. El suicidio es quizás el mayor de los pecados, el hombre no es el único dueño de su vida. 

“A tu pesar vives, a tu pesar mueres" nos dicen los jajamim. Tienes una misión que cumplir, y si no has sido llamado, permanece en ella. Lo más sagrado es pues la vida. Mientras otras doctrinas enseñaban la tristeza y la reclusión, el judaísmo predicaba la vida y la alegría, el judaísmo daba a cada semana su Shabat. Por ello es que el hombre no tiene derecho a "renunciar” a su vida, y si el destino le ha ordenado que viva debe vivir. "No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti" "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y “vivirá tu hermano contigo”, he aquí al Judaísmo. Debe el hombre hacer el bien, debe el hombre ver a todo el mundo, pero también debe el hombre verse a sí mismo. La Moral del mal llamado altruismo nos diría "Da el agua a tu compañero", o "morid abnegadamente los dos", como nos dice "Haz al prójimo lo que quieres que te hagan a ti”, y alguien ya ha hecho notar que lo que en realidad nos muestra la historia es que aquéllos que predicaban esta lora no esperaron nunca a que se les dé el agua, sino que la quitaron con la fuerza.

La verdadera reforma del Universo, de la comunidad sólo puede venir la reforma del individuo, no con un falso concepto de moral sino con la verdad.

El budismo cree en la Nirvana, en la aniquilación del "yo". Vivir es sufrir, por lo tanto no hay que vivir. Y no basta con aniquilar el cuerpo, hay que aniquilar también el alma. Por lo tanto, hay que suicidar el alma. La moderna psicología nos demuestra que en todo suicidio hay un acto de venganza, por el que se desea triunfar. Hay pues muchas clases de egoísmos, hay un egoísmo propio para la propia elevación. La propia denigración es sin embargo también un egoísmo, también un pecado. No altruismo, no egoísmo, justicia. Este el principio del Judaísmo, y he aquí la clave de las palabras de Hilel. Es una fórmula negativa, pero que encierra lo más positivo del hombre y lo único que lo puede guiar a su meta.

Es por ello que Rabí Akiba, el mismo Rabi Akiba que severamente ordena: "contigo", nos recuerda:

“Amaras a tu Prójimo como a ti mismo. Este es el gran principio del Judaísmo”.

Con razón se ha preguntado, la Torá consiste en Mitzvot, en preceptos She bein Adam La Makom, preceptos entre el hombre y la Divinidad y preceptos entre el hombre y su prójimo. She bein Adam Le javero, estas fórmulas sólo nos hablan de los precepto así llamados "sociales" donde están los así llamados “religiosos”. Y sin embargo están. El versículo concluye, como ya lo hemos hecho contar repetidas veces, con “Yo soy el Señor”

“ואהבת לרעך כמוך, אני ד' "

hemos visto que los principios del Judaísmo se oponen a la anulación del “yo”. Si el hombre se cree un Dios, no podría creer en D's y mucho menos sentirlo. En hebreo la palabra "Makom" designa al Todopoderoso. “Makom” significa lugar, queriendo significar con ello la  Omnipresencia de D's, es decir como dicen los jajamim:  “El es el lugar del Mundo, y no el Mundo su lugar"

“Makom" significa también lugar, y un Rabl Jasídico dijo: “Aquel que levante los ojos ve el “Makom” (el lugar, es decir la tierra) de lejos, aquel que los baja lo ve de cerca'". Y ciertamente aquí Makom no significa solamente lugar, sino la misma Divinidad!

Aquél que levante los ojos, aquél que se eleva a sí mismo, el soberbio, el altivo, aquél solo vera

al Señor de lejos, sólo el que es capaz de mirar más lejos que a sí mismo, sólo aquel que es capaz de bajar la vista, solo el verdadero modesto, verá Al Señor de cerca.

Y éste es el "Veahavta Lereaja Kamoja". Si es capaz de elevarse en su amor a su prójimo y a la

Divinidad, si es capaz de superar su egoísmo ciego, he aquí al verdadero hombre, y he aquí todos sus deberes. No en el hombre que sólo desea el pago, el Sajar, el Pras, he aquí entonces al hombre.

Este es el sentido del Judaísmo, No debe existir lucha entre el "yo” y el "tú”, entre mi ser y lo que me rodea. No debo yo “matarme”, “suicidarme” para elevar a la comunidad, ni puedo subyugarla ante mi yo. Debo vivir para D's, para la comunidad y para mí, lo que para la Torá es lo mismo.

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