Hashgaja - Nación judía

Hashgaja - Nación judía

 

Un nuevo libro de la Torá comienza el segundo libro del éxodo Sefer Shemot (Nombres). Bereshit es universalista, el Universo todo es por él abarcado y la visión del mundo es total. La visión, sin embargo, se va estrechando cada vez más. Sólo nos preocupan aquellos que en medio del paganismo total que domina a la civilización toda, conservan el ideal divino que el hombre posee. En Bereshit sólo hallamos individuos. En Shemot se convierten los individuos en una Nación, y el éxodo no es llamado por la mesorá (tradición bíblica hebrea) Éxodo: su nombre es Shemot (Nombres). 

 La Torá se refiere a los nombres de los hijos de Israel, a su conservación en medio del asimilador Egipto. Shemot nos indica que ya no vemos al universo, ni vemos una familia, vemos un pueblo que habría de convertirse en el portador y en estandarte del judaísmo.

Nos hemos detenido ya sobre la cita Talmúdica: "Por tres causas fueron los judíos redimidos de Egipto: por no haber cambiado su nombre, no haber cambiado su idioma y haber permanecido moralmente puros. Diversos comentadores se detienen sobre la situación de los judíos en Egipto y su posición cultural y espiritual, y en general llegan a una conclusión unitaria. Debemos ver, siguiendo a ellos, dos periodos en la vida de los judíos en Egipto.

Iaacov, Iosef y sus hermanos imprimieron a su época un carácter netamente judío, más "y murió Iosef y todos sus hermanos y toda aquella generación" (1,6), y junto con la muerte de “Aquella generación", fue también gradualmente abandonada la cultura judía, las tradiciones morales y espirituales que les habrían sido transmitidos de los patriarcas. Esta es la causa de la "esclavitud" en Egipto.

 Los judíos debían estar en el Galut, más la esclavitud fue motivada por sus propios actos, y es así cómo podemos comparar el Galut de Itzjak y Iaacov, con el Galut de los hijos de Israel en Egipto

Lo que aquí debemos entender, es que a pesar de todo los principios de la Providencia, del Sajar Vaonesh quedan incólumes e inamovibles. Al salir los judíos de Egipto oímos en el Talmud preguntar: "Estos son idólatras y aquellos son idólatras", la idolatría había penetrado en el pueblo de Israel y diversas costumbres egipcias debieron de ser asimiladas por los judíos. La asimilación trae como inmediata consecuencia antisemitismo y las persecuciones y nuevamente aparece ante nosotros la Historia con su eterno devenir y sus eternos principios, “culpa, crimen y castigo”. En los Pirkei Abot, los proverbios de los sabios del Talmud oímos a Hilel decir:

“אף הוא ראה גלגלת אחת שצפה על פני המים. אמר לה דאטפת אטפוך. וסוף מטיפיך יטופון"

"También había visto un cráneo que flotaba en el agua. Le dijo: “porque ahogaste te ahogaron. Y el fin de los que te ahogaron será que se ahogaran” (Abot II). Las persecuciones fueron la consecuencia de la vida judía, pero ello no justifica la conducta de los egipcios y las penurias que causaron a los hijos de Israel.

 La causalidad se halla en un plano más elevado, pero el judaísmo no cree en el “fatalismo”. De cualquier manera que obre el hombre, la voluntad de Dios se cumplirá siempre, pero no no ello deja el hombre de ser libre. Existe un destino general, pero particularmente existe la libertad moral total. Los judíos debían ir a Egipto, pero los hermanos eran libres al vender a Josef a Egipto.Un pensador moderno compara la providencia en general, a una inmensa partida de ajedrez, en la cual uno de lue contendientes conoce todas las combinaciones posibles. El otro jugador posee libertad total en sus movimientos, pero cualquiera sea su jugada, la combinación del otro jugador resultará, si esta se halla bien   calculada. Groseramente esto nos daría una representación de las ideas que hemos desarrollado. Existe una providencia pero que no quita al hombre su libertad de acción, su libre albedrío. Existe la libertad y con ella la providencia.

Ya nos habíamos detenido sobre la situación espiritual del pueblo de Israel. Sin embargo nunca se asimilaron totalmente. Vemos como se practicaba la circuncisión (los hijos de Moshé). 

 La Torá comienza con la relación de los hijos de Israel, con sus nombres y la Hagadá del Talmud nos relata que los judíos conservaban Meguilot (rollos) con las palabras y las ideas de sus antepasados y aun antes de la salida de Egipto observaban en cierto modo la institución del Shabat.

 El idioma fue uno de los principales factores en su conservación y también como ya lo hemos hecho notar, la "conservación de los nombres". Rabi Levi ltzjak de Barditchev nos indica el versículo: "Y Iosef estaba en Egipto" (I,5). En hebreo los verbos “ser” y “Estar” son idénticos: haiu. Este versículo puede pues, traducirse por: "Y Josef era en Egipto”. Es decir, Josef a pesar que poseía un nombre Egipcio "Tzofnat Paneaj” siguió siendo aun en el mismo Egipto, Josef. Es decir a pesar de todo Josef no se asimilo.

Es así como el judaísmo conservó su individualidad. Más nuevamente vemos que no todo era así. Las dos judías Shifre y Priak no cumplen el mandato del Faraón, pues temen a Dios vemos aquí la continuación de los principios de Israel y de la misma manera se pone Moshé de parte de los oprimidos. Moshé ve al egipcio castigar al judío y lo venga. Va a un pueblo extraño, lejos de su pueblo y sus hermanos, ve nuevamente perseguidos y perseguidores, y se pone del lado de los primeros, salvando a las hijas de Itro; es la continuación de Iaacov que busca la justicia aun allí donde a él no le interesa directamente (Iaacov y los pastores). Por último ve Moshé a dos judíos luchando entre sí. Y es interesante ver la primera reacción del máximo profeta judío. Para él es secundario casi averiguar quién es aquí el culpable y quién es el inocente.

 Moshé ve a un judío castigar a su compañero, y a él acusa. Quizá haya sido él el justo pero el judaísmo nos muestra aquí una de sus máximas concepciones: el odio a la violencia. Los Jajamim nos dicen en base al versículo del Eclesiastes: "Y Dios buscará al perseguido", que Dios ama al perseguido aun cuando él sea un malvado y el perseguidor sea el justo. Por otra parte vemos como con el egipcio debe Moshé emplear la fuerza. Corría aquí peligro todo su futuro y debía ser salvada una vida. En la misma ley Talmúdica notamos el precepto que se puede salvar la vida del perseguido aun a costa de la vida del perseguidor (Ley de Rodef).

Hay momentos que exigen aún la misma violencia, especialmente estando en juego la libertad o esclavitud de un pueblo. Empero entre hermanos, Moshé sólo levanta su voz, se dirige al perseguidor, con la ya clásica invocación: "Malvado: por qué castigas a tu compañero?" (11,13). Todo aquél que levanta la mano sobre su compañero, ya es un malvado y el espíritu del mal se ha apoderado de él, "Por qué castigas a tu compañero, a tu amigo?" (Reaja) es lo que luego habría de ser inmortalizado en la Torá: "Veahavta Lereaja Kamoja”

"Amarás a tu compañero (a tu prójimo) como a tí mismo". Los hombres dejan de ser extraños para convertirse en compañeros y hermanos. Cuál es la reacción de los litigantes? La respuesta es conocida por todos:

"Quién te ha puesto por príncipe y juez sobre nosotros? Piensas matarme como mataste al egipcio?"

Entonces temió Moshé y dijo: "Ciertamente el hecho ha sido descubierto" (II 14).

Su anterior acción había sido descubierta. Pero aquí oímos a Rashi descubriendo ante nosotros, como siempre, las ocultas intenciones e ideas:

“נודע לי הדבר שהייתי תמה עליו מה חטאו ישראל מכל שבעים אומות להיות נכדים בעבודת פרך. אבל רואה אני שהם ראויים לכך"

"Se han descubierto los hechos. Hasta hoy no pude concebir cuál ha sido el pecado de Israel entre las "setenta naciones para ser esclavizados. Mas veo ya que se lo merecían".

Aquí nos muestra Rashi siguiendo al Midrash lo que habíamos deducido en un principio. Aun dentro del mismo pueblo de Israel existían focos del mal de perversión. Focos que debían ser extirpados antes que el pueblo cumpliera su misión histórica y se convierta en el estandarte de la Torá.

La misión de Moshé habría de ser ardua y difícil. Pero todas aquellas chispas de bien diseminadas a lo largo de todo el Egipto habrían de ser reunidas bajo la dirección de Moshé y se habrían de convertir en la antorcha del judaísmo, que habría de iluminar al mundo entero con su luz, la luz del bien.

Moshé deberá huir a Midian. El pueblo puede creer que todo se halla ya perdido y de su Dios abandonado, pero El Señor se aparece en la zarza ardiente proclamando: «Seré el que seré". La eternidad del Señor es también la eternidad de su pacto con los hijos de Israel que no habrían de ser abandonados jamás. Y Dios será con ellos!

Las ruedas de la Historia comienzan a zirar. Comienza la Redención.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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