Entre Noaj y Abraham

Entre Noaj y Abraham

Las primeras Parshiot del Sefer Bereshit son cual prolegómenos a la historia del pueblo de Israel y a la de sus primeros patriarcas. Las generaciones se sucedían unas a otras pero en todas ellas faltaba aquello que sólo apareció con Abraham el revolucionario.

Es interesante observar la vida de Abraham comparándola con la de Noaj y los Jajamim nos detienen en esto sobre un detalle interesante. Al referirse a Noaj la Torá nos dice:

“Noaj era hombre justo, íntegro había sido en sus generaciones, con Elohim se encaminó Noaj”

Por el contrario al aparecer el Señor ante Abraham, oímos:

“Encamínate delante de Mí y sé íntegro”

Sobre Noaj nos dice la Torá “Recto fue en sus generaciones, con el Señor se encaminó Noaj”. Es decir, sus camino se estaban aminados por las sendas del bien. Sobre Abraham encontramos una expresión similar, pero que en la mismas similitud resalta la diferencia: “Encamínate ante mí y sé recto”. Mientras que sobre Noé la “rectitud" precede a las “sendas del Señor”, lo contrario ocurre en lo que respecta a Abraham, y sobre ésta está escrito no “con el Señor", sino “ante el Señor”.

 El Midrash se detiene ante esta diferencia:

Rabí Yehuda dice: "A que se puede esto igualar?. A un padre con dos hijos, uno grande y otro pequeño. Al pequeño dice: “Ven y camina conmigo”.  Al mayor en cambio, ”Ven y ve ante mi”.

Por ello Noaj "con el Señor en caminó se” y Abraham “encamínate ante mi”.

Rabí Nejemia dice: "(Noaj) cual Rey que vio a su amigo sumido en oscuras callejuelas y le dice: “Estando tú en oscuras sendas, ven y camina conmigo”. Abraham por el contrario nos muestra al Rey que estaba perdido en oscuras sendas y su amigo desde una ventana le iluminaba. Lo vió el Rey y le dijo: “Iluminándome en estas oscuras sendas ven e ilumíname en mí casa". Así dijo el Señora Abraham, "Iluminando ante mi en la Mesopotamia y sus compañeros, ven e ilumíname ante mi en Eretz Israel”

Este pequeño Midrash nos facilita ampliamente la comprensión del sentido íntimo de la Revolución de Abraham y de los mandamientos del Señor: “LejLeja": Vete de tu hogar a la tierra prometida a Eretz Israel.

Noaj y Abraham son los héroes máximos de los primeros capítulos del Génesis. Sin embargo existe entre ellos un profundo abismo, una diferencia interna y radical. La antigüedad estaba sumida en un hondo y profundo paganismo, sin embargo, existían regiones y familias en las cuales el espíritu monoteísta quedaba.

Abraham vuelve de su lucha con los rey es luego de haber rescatado a lot, vemos que:   

“Malki-Tzedekrey de Shalem (Jerusalem), le ofreció pan y vino y el era sacerdote al Dios supremo” Y le bendijo diciendo: Bendito Sea Abraham ante el Ds' Supremo amo de los cielos y la tierra" (XIV 18-19). En Jerusalem como seguramente en otras regiones se conservaban nucleos aislados que permanecían fieles al monoteísmo. Antes de Noaj hallamos que "Y en camino se Jenoj con el Señor” (V,22), y según la tradición talmúdica, Metushelaj que murió poco antes del diluvio fue uno de los justos del mundo, El politeísmo no fue sino una degradación de la verdadera fé religiosa, del monoteísmo religioso y ético

 

Noaj recibió también él la tradición religiosa, y su rectitud le llevó a seguir en las sendas del bien, Noaj en medio de la perversión y de la locura colectivas upo conservar su equilibrio interno, obrar con rectitud y cuidar la pureza de su corazón y de sus manos. Pero a pesar de todo Noaj fue un conservador. Noaj es cual el hijo a quien el padre llevat ras sí, Noaj es cual el hombre a quien el rey ilumina su camino aún en medio de oscuras sendas. En Abraham por el contrario encontramos una realidad totalmente distinta.  El Talmud nos cuenta que Abraham empezó su revolución destrozando los ídolos de su padre Teraj. Abraham hubo de abandonar a su familia toda del otro lado del Eufrates, en la Mesopotamia y se encaminó a construir una nueva vida para él.

Mientras que para Noaj el camino del bien significaba la “Tradición”, para Abraham significaba la “Revolución" y fue esa revolución la que realizó aún poniendo en peligro su futuro y su existencia toda. La Torá al referirse a Abraham pues, nos dice: “Encamínate ante mí y sé recto". Es cual el hijo grande que muestra solo el camino, o como el Midrash especifica aún más: “Cual el hombre que ilumina el camino propio rey". El Akedat Itzjak que detenidamente analiza este Midrash, nos muestra que aquí se hallar reflejada la particular y peculiar situación de Abraham. "El Rey se halla sumido en oscuras sendas”, el mundo entero ignoraba en absoluto la Divinidad y la Verdad, la luz del señor se hallaba oculta por la oscuridad de la generación que en ceguecía a aquellos que con ojos no veían. Y Abraham fue aquel que iluminó al Rey, aquel que con su revolución abrid al mundo un nuevo horizonte y le dio nuevos ideales, ideales que luego habrían de materializar sus hijos con la Torá. Y aquí aparece el mandamiento del Señora Abraham.

"Vete de tu tierra de tu patria, de la casa de tus padres a la tierra que teharéver".

Ni siquiera le es dicho la tierra a la cual está destinado a ir, no importa la tierra en si, importa el futuro que se construirá en aquella nueva tierra. Y Abraham debe romper los lazos que lo unen a su tierra, a su estado, debe dejar de lado las románticas nostalgias a su lugar, aún más debe abandonar a su familia toda, es decir romper con el pasado hasta tal punto  que el Talmud refiriéndose a Abraham exclama: "Todo el mundo de un lado y Abraham del otro”, y Abraham triunfó.

Las distintas narraciones que se suceden sobre Abraham nos muestran toda la altura moral que el patriarca de Israel conquistó. Una lucha se produce entre grandes reyes del asia Menor y Lot es tomado prisionero. Abraham moviliza a los pocos hombres con que cuenta y rescata a Lot, y la Torá nos revela el proceder de Abraham:

“Y recobró todos los bienes y también a Lot su hermano y su hacienda y también las mujeres  y gente....Entonces el rey de Sodoma dijo a Abraham: “Dame las personas y toma para ti la hacienda".

Y respondió Abraham al rey de Sodoma: "He alzado mi mano al Señor, el Ds' supremo, poseedor de los cielos y la tierra. Que desde un hilo hasta la correa de un calzado, nada tomaré de  todo lo que es tuyo y no dirás: "Yo enriquecí a Abraham" (XIV 16-23).

La acción de Abraham seguramente no tiene precedentes en la historia de la humanidad. El  vencedor renuncia a su botín y sus trofeos, no aceptó lo que se le ofrece o lo que conquista y  todo lo devuelve, Su lucha no es debida a motivos personales o aspiraciones superiores, sino la de salvar a los oprimidos de manos de los opresores, y así vemos paradójicamente que de este relato en el cual Abraham vence valerosamente a rey es más poderosos y potentes, no aparece como  el héroe de la guerra, sino como el héroe de la paz, el estandarte de la moral.

La parte más trascendental quizás de los relatos de Abraham, es la promesa del nacimiento de Itzjak. Ya en la primera Braja a Abraham escucharnos una promesa similar.

“Vete de tu tierra de tu patria, y de la casa de tus padres a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande y bendecirte he y engrandeceré tu nombre y serás bendición. Y  bendeciré a los que te bendijeron y a los que te maldijeron, maldiciré, y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. (XII 1-3).

De esta la primera aparición del Señora Abraham, podemos juzgar la posición especial, el problema de Abraham. Abraham debe abandona su tierra, árida para su simiente, y junta con su tierra también la tradición heredada de sus antepasados. "Y bendeciré a los que te bendijeran y  a los que te maldijeran maldeciré". Abraham constituyó para sus contemporáneos un grave problema. La Torá nos habla de “las almas que hicieron en Jaran” (XII,3), que seguramente significan los pres élitos de la nueva fé que junto con él dejaron la tierra de sus antepasados, Indudablemente estos núcleos fueron considerados los parias de la sociedad y las maldiciones de los pueblos sobre ellos iban dirigidos. Abraham pues, fué el perseguido y oprimido y juzgando su propia situación frente al poder y a la fuerza que se le oponían su análisis debería llevarle a consecuencias muy trágicas para el y su futuro.

Un análisis frío de la situación nos mostraría que el pequeño grupo hereje estaría destinado a desaparecer, pero aparece la promesa del Señor: "Bendeciré a los que te bendijeren y a los que te maldijeren maldeciré”. Tu no te guiarás por el mundo, el mundo se guiará por ti. Y si nos has visto hijos, te convertiré en un gran pueblo". La promesa se cumplio.

“Maase Abot, Siman Lebanim": Los actos de los padres son señal para los hijos nos dice el Talmud y realmente intuímos inmediatamente que Abraham simboliza al pueblo judío todo y su victoria representa la Geula, la Redención total que espera al pueblo judío.

“Y salieron encaminándose a la tierra de Canaán (Eretz Israel) y llegaron a la tierra de Canaán", dice la Torá, refiriéndose a Abraham (XII,5). En cambio sobre Teraj que al parecer salió con Abraham está escrito: “Y salieron con ellos de Ur-Casdim para ir a la tierra de Canaán y llegaron a Jaran y quedaron allí." (XI,31).-

El jafetz-Jaim nos muestra esta diferencia entre Abraham el patriarca y Teraj, una diferencia muy ilustrativa. No basta que rerir a Eretz Israel, ni siquiera basta en caminarse hacia ella. Solo recién cuando se llega a el la puede uno considerarse que cumplió con su destino, y como nunca resuenan las palabras del Cuzarí:

“Y dijeron: "Siempre more el hombre en la tierra de Israel, aunque sea en ciudad que la mayor parte de ella son gentiles, y no more fuera de la tierra, aunque sea en ciudad en que la mayor parte de ella son israelitas”..., Y dijeron: Todo el que está enterrado en tierra de Israel es como si estuviera enterrado bajo el altar" y alaban al que murió en llamás que aquel que fue llevado a ella muerto, diciendo: "No es semejante el que es recibido envida al que es recibido después de muerto”, pero dijeron de quién podía morar en ella y no lo hizo, que es prohibido llevarlo a ella después de su muerte por que dijeron: (Jeremías 2,7): “En nuestra vida mi heredad pusisteis por abominación y en vuestra muerte venís y contaminais mi tierra” (Cuzari 11,22). La Torá exige que entreguemos a Eretz Israel no nuestra muerte, sino la vida y la vida siempre con visión del Señor, el Señor de la Verdad.

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