El tabernáculo en el desierto de Sinaí

El tabernáculo en el desierto de Sinaí

Rara y extraña nos resulta esta parashá. El estudioso difícil­mente logrará percibir su beneficio. No se registra en ella relatos de acontecimientos, ni tampoco la descripción del carácter de algún héroe nacional, ni virtudes, ni preceptos, ni decretos divi­nos, ni leyes. Tan sólo material estadístico fruto de un censo, números, nombres, detalle minucioso de la disposición del cam­pamento y de la distribución de acuerdo a las banderas, y nue­vamente números. ¿Qué enseñanza y qué provecho obtendremos de todo ésto?

Algunos exegetas ven en la distribución del campamento en divisiones identificables por banderas, y en el censo nacional que le precedió, parte de los preparativos militares para la conquista de la tierra de Israel. Y es así como se expresa Rashbam, intér­prete conciso y literal en todos sus comentarios, (Capítulo 1, 2 sobre "Formad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel"):

Dado que se aprontaban a entrar a la tierra de Israel, y los ma­yores de veinte años estaban en condiciones de integrar el ejército militar, y (Bamidbar 10, 11): "en el mes segundo, a los veinte del mes, se alzó la nube" y leemos (ibíd. 29) : "Estamos de partida para el lugar, del cual el Señor ha dicho: Yo os lo daré", por ello ordenó el Señor, a comienzos de ese mes, la formación del censo.

En esta misma forma explica también el motivo por el que los levitas no fueron censados junto a los hijos de Israel (1, 49), ya que ellos no integraron el ejército, limitándose sus funciones a la asistencia del Tabernáculo del Testimonio, con todos sus utensilios, y todo lo que le pertenece (1, 50). Siguiendo este concepto otros comentaristas explican también la división y dis­tribución del campamento por banderas, desde el punto de vista estratégico-militar. Muy interesantes son al respecto las palabras de Shadal (Shemuel David Luzzatto):

Luego que el Tabernáculo fue edificado y se dispusieron a prose­guir el viaje y emprender la conquista de la Tierra de Israel, guiados por el Señor, y con Su Tabernáculo entre ellos, se divi­dieron en ejércitos y divisiones, a fin de que cada cual conociese su lugar, y estuviese ordenado el campamento como corresponde, y no aparentasen ser una horda de esclavos fugitivos, sino un pueblo organizado y alistado para la guerra. Y por esa razón fueron tensados, persiguiendo la perfección del orden. Y tuvieron razón nuestros Sabios, de bendita memoria, al decir: "Al hacer descender sobre ellos Su Divinidad (Shejiná) - los censó".

Mas, ¿es acaso posible que Shadal no haya comprendido, que al citar las palabras de los Sabios, a la postre de su comentario, la concepción estratégica-militar-defensiva resulta inadecuada, o al menos parcial, para la comprensión de nuestra parashá y de sus intenciones al ordenar y distribuir de esta forma el campamento, al tensar al pueblo, y al tensar por separado a los levitas; y al disponer al pueblo a los cuatro flancos del Tabernáculo, "Cada cual junto a su propia bandera"?

Ciertamente no nos acercamos un ápice a la verdadera com­prensión de nuestro problema, si olvidamos que el centro del campamento estaba ocupado por el Tabernáculo, y por la tribu de Leví que moraba a su rededor; aquel Tabernáculo, en el cual Rambán ve la imagen del Monte Sinay que acompañaba al pueblo. He aquí sus palabras en la Introducción a Libro Bamid­bar, relacionadas con nuestro tema:

Luego de haber explicado las normas de los sacrificios en el Ter­cer Libro, comienza ahora a ordenar los preceptos relacionados con el Tabernáculo, situado en el desierto, de la misma manera como cercó al Monte Sinay, cuando la Santidad del Señor descen­dió sobre él. Aquí leemos (Bamidbar 1, 51) : "Y el extraño que se acercare, será muerto", de la misma forma como está escrito allí, (Shemot 19, 12) : "Y señalarás límites al pueblo en derredor diciendo: Guardaos de subir al Monte, y aún de tocar su término. Todo aquel que tocare el Monte será muerto irremisiblemente". Ordenó aquí (Bamidbar 4, 20) : "Pero ellos no han de entrar para ver cuando cubrieren las cosas santas, no sea que mueran", al igual como fue prescripto allí (Shernot 19, 21) : “ . . . no sea que irrumpa hacia el Señor para ver, y caigan muchos de ellos". Fue ordenado aquí (Bamidbar 18, 5): "Mas vosotros solos tendréis a vuestro cargo el santuario, y el altar para que no haya más ex­plosión de ira contra los hijos de Israel", como paralelamente está ordenado allí (Shemot 19, 22): "Y también los sacerdotes allega­dos al Señor, se santifiquen, no sea que el Señor los hiera", y (ibid. 24): "Pero los sacerdotes y el pueblo no traspasen los límites para subir a donde está el Señor, no sea que haga estrago en medio de ellos".

He aquí que ordenó como ha de estar dispuesta la guardia del Santuario y sus instrumentos, y como han de acampar a su rede­dor, debiendo el pueblo quedar a distancia; como deberán com­portarse los sacerdotes que se acercarán a la Divinidad; como se ha de proceder al acampar y al trasladarlo, y corno se lo guar­dará. Todo esto para honrar el Santuario, tal como se expresa el adagio: "El palacio real con guardias, no es el palacio real sin guardias".

En concordancia con los conceptos de Rambán, escribe Benno Jacob, en su obra "Der Pentateuch":

Llevó el Señor Su Shejiná (Divinidad) del Monte Sinay al San­tuario, del Santuario del Señor que forjaron Sus manos, al Templo que construyó Israel. En adelante el Señor hablará a Moshé desde el Tabernáculo, y a través de la nube indicará a Israel si acampar o partir. El Santuario es un Sinay que marcha con ellos. Es el Cielo y el Cielo de los Cielos (El Santuario y el Sanctasanctórum) que fueron desplazados y descendidos a la tierra.

Ahora será comprensible toda la minuciosa atención que la Torá presta en la primera parashá del libro de Bamidbar, al campamento, su disposición y su distribución, puesto que ese campamento es el marco que rodea cual tabique, al Tabernáculo que marcha en él. Esta es la forma bajo la cual Rabí Yehuda Ha-Leví concibió el Tabernáculo, en su Kuzarí (Sección 2, 26), según el cual el campamento con sus diferentes órganos, exterio­res e interiores, junto con el Tabernáculo que marcha dentro de él, cual corazón que dirige al cuerpo. De aquí la importancia de los detalles con los que la Torá describe las distintas clases de funciones que debían cumplir los que portaban el Tabernáculo. Veamos las palabras de R. Yehudá Ha-Leví:

Y fueron necesarias personas que portasen todo esto, siendo esco­gidos los hijos de Leví, ya que ellos eran los más cercanos al Señor, máxime luego de la construcción del becerro, como leemos (Shemot 32, 26): "Y se le reunieron todos los hijos de Leví". Eligió al más honorable de todos ellos, Elazar el sacerdote, para la más honorable y sutil de las tareas, como leemos (Bamidbar 4, 16): "Y el cargo especial de Elazar hijo de Aharón el sacerdote, será el aceite para el alumbrado y el incienso aromático, la ofrenda vegetal contigua y el aceite de la unción". De todo ésto pendía el sutil fuego, y la luz de la sabiduría y del conocimiento, y la luz de la profecía. Al más destacado de los grupos de levitas que le seguía, a los hijos de Kehat, correspondía portar los órganos in­teriores, como ser el Arca, la Mesa, el Candelabro, los Altares, y los utensilios sagrados con los cuales servirán. Sobre ellos está escrito (Bamidbar 7, 9): "Porque el servicio de las cosas santas tocaba a ellos; por lo tanto las habían de llevar sobre sus hom­bros".

Ahora que hemos visto al Santuario que marcha en el cam­pamento levita, centro a su vez del campamento de Israel, cual corazón que es centro de la actividad corpórea, comprendemos que hay otras intenciones y significados en el censo y en la dis­tribución del campamento y el de sus banderas. Significados más profundos que aquellos que vieron los exegetas literales, que citamos al comienzo de nuestro análisis. Y responderemos a los apegados al sentido literal y a los estrategas, con las palabras con las cuales el rey de los Kuzares respondió al filósofo - cuyas palabras, producto exclusivo de la razón, no llegaron al corazón del rey - "Hay en las palabras divinas más misterios que los que descubres, ¡oh! Filósofo".

Ahora podremos comprender las líneas que con tanto fervor escribe el Midrash, refiriéndose a nuestro versículo: "Cada cual junto a su propia bandera, bajo el estandarte de sus casas pa­ternas".

Bamidbar Rabá, cap. 2, párr. 5:

Por ello está escrito (Devarim 32, 10) : "Le halló en una tierra desierta, entre la desolación de una horrorosa soledad". Magno ha sido el hallazgo que ha encontrado el Señor con Israel, como lee­mos (Oshea 9, 10): "Como uvas en el desierto, Yo hallé a Israel". De esta forma debemos interpretar "Le halló en una tierra de­sierta", desierto estaba el Universo hasta que Israel salió de Egip­to; "entre la desolación de una horrorosa soledad", desolación y oscuridad imperaban en el mundo hasta que Israel salió de Egipto y recibió la Torá ... Pero cuando Israel salió de Egipto y recibió la Torá, ¿que nos dice el versículo? (Devarim 32, 10) : "Le tendió en derredor Su protección, le instruía, le guardaba, como a la niña de Su mismo ojo".

"Le tendió en derredor Su protección", con las columnas de nubes de Su honor. "Le instruía", las palabras de la Torá. "Le guarda­ba", ¡loados sean los oídos que escucharon en qué medida los cuidaba, y en qué medida los amaba, y en qué medida los guardaba! - "¡Como a la niña de Su mismo ojo!" - Observa como los guardaba, como los cuidaba, que el Todopoderoso dijo a Moshé: "Moshé, diles que edifiquen un Santuario dentro de su campamento, y Yo abandonaré las alturas y descenderé para morar entre ellos". Y no sólo ésto, más aún, hizo de ellos emblemas para Su nombre. Díjole el Señor a Moshé: "¡Haz de ellos emblemas para Mi nombre!, pues son Mis hijos", como leemos (Devarim 14, 1) : "Hijos sois del Señor".

Ellos constituyen Mi ejército, como leemos (Shemot 7, 4): "Y sacaré Mis ejércitos, Mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto". Y como leemos también (Bamidbar 2, 10): "Los de la bandera del campamento de Reubén, estarán al sur según sus escuadrones". Ya que ellos son Mis ejércitos, haré con ellos em­blemas para Mi nombre.

Tomado de:  “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibovitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la  Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986  págs.  193-197

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