¿Por qué le quitaron el reinado a Shaúl?

¿Por qué le quitaron el reinado a Shaúl?

 David cometió el pecado con Bat Sheba y su arrepentimiento fue aceptado. ¿Por qué Shaúl no fue merecedor del mismo nivel de bondad que se le concede a los que se arrepienten y hacen Teshuvá?

También los reyes, al igual que el resto de las personas, pecan. David cometió el pecado con Bat Sheba y su arrepentimiento fue aceptado. Ajab pecó al asesinar a Nabot Haizreelíi y su arrepentimiento fue aceptado, por lo menos parcialmente. ¿Por qué Shaúl no fue merecedor del mismo nivel de bondad que se le concede a los que se arrepienten y hacen Teshuvá?

Shaúl, al igual que David y Ajab a posteriori, reconoció su pecado inmediatamente y suplicó a fin de que se le concediera la expiación: “Entonces Shaul dijo a Shmuel: He pecado; pues he transgredido el mandamiento del Señor... Ahora pues, te ruego que perdones mi pecado y vuelve conmigo y nos postraremos al Señor ” (Versículos 24-25).

 

David reconoció su pecado al manifestar: : “Dijo entonces David a Natán: "He pecado contra el Señor!" (Shmuel II, capítulo 12, versículo 13) y la respuesta de Natán el profeta fue: “También el Señor ha dejado pasar tu pecado; no morirás” ( Shmuel II, Capítulo 12, versículo 13) )

 

Ajab reconoció su pecado y expresó su remordimiento manifiesto, como está citado: “Y sucedió que cuando oyó Ajav estas palabras, rasgó sus vestidos, y puso saco sobre su carne, y ayunó, y se acostó en el saco, y andaba callado” (Melajim I, capítulo21, versículo 27). La respuesta de Dios a Eliahu a partir de la sinceridad en la reacción de Ajab manifestó la bondad oculta  en la fuerza de la Teshuvá (arrepentimiento y retorno) como le fuera dicho a Eliahu: “¿Has visto como se humilla Ajav delante de Mí? Por cuanto se ha humillado delante de Mí, no traeré ese mal en sus días; en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (Melajim II, capítulo 21, versículo 28).

 

El Talmud (Sanhedrín 86a), dijo en alusión a Nebujadnetzar rey de Bavel, que dio tres pasos en honor a Dios, y por ello le concedieron el reinado por tres generaciones. Solo la respuesta de Shaúl fue bloqueada con la palabra del profeta Shmuel: “No volveré contigo; porque has despreciado la palabra del Señor, y el Señor te ha desechado para que (no) seas rey sobre Israel” (Versículo 26). ¿Por qué justamente fue Shaúl el más castigado en comparación con los otros reyes? Es interesante destacar que en los conceptos de prueba ética contemporáneos, el pecado de Shaúl se contempla como menos grave que los pecados cometidos por David y Ajab. Esto tan solo potencia la pregunta, ¿qué es tan imperdonable en el pecado de Shaúl?

Una sugerencia para una explicación: No es la escala de distorsión moral lo que conduce aquí a la intensidad de la desaprobación de Shaúl, tanto como la mera cuestión del fracaso funcional de Shaúl como rey. Al parecer, un rey es juzgado de manera diferente a una persona ordinaria porque está comprometido ante todo a ejercer su autoridad y soberanía ante el pueblo. David, Ajab y Nebujadnetzar han pecado contra el hombre y contra Dios, pero no han revelado una discapacidad y debilidad en su capacidad de reinar y gobernar. Shaúl, como un hombre común, podría haberse arrepentido en arrepentimiento total y completo, pero no pudo ejercer su soberanía como rey, como admitió a Shmuel al decir: “porque temí al pueblo y escuché su voz” (Versículo 24). En este caso, aún si se arrepintiera totalmente, no puede seguir siendo rey. La respuesta de Shaúl recuerda los conceptos de Aharón a Moshé tras el pecado del becerro de oro: “No se encienda el furor de mi señor. Pues tú Conoces al pueblo, pues en el mal está él” (Shemot, capítulo 32, versículo 22). Aharón, el Cohen (Sacerdote), cometió realmente el pecado de Shaúl. No tuvo la fortaleza para mantenerse firme ante la presión del pueblo. No obstante, Aharón no era rey. Por ende, la respuesta de Aharón fue aceptada. Y pudo ser nombrado como Cohen Gadol, Sumo Sacerdote, pero no ser rey.

 

Aquí se revela una clara postura acerca del examen supremo de un rey: la prueba del ejercicio de la soberanía. Siempre y cuando él esté a la altura de esta prueba, incluso si pecó, si expresó su arrepentimiento, puede continuar reinando. Esta es una postura ética que reconoce la singularidad de la prueba del rey. Shaúl fracasó en su prueba como rey y allí no hay vuelta atrás.
 

Gentileza sitio 929

 

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