No hay santidad sin diferenciación

No hay santidad sin diferenciación

En la India hay una secta denominada “Sij” (uno de los 29 estados que junto con los 7 territorios de la Unión, forman la República de la India). Existe una gran similitud entre esta religión y el judaísmo y de su templose puede aprender acerca del Beit Hamikdash que nos falta. No obstante, hay una diferenciación muy esencial entre los dos templos y su cuestión refiere al fundamento de la diferenciación y la limitación como base para la santidad.

El sitio más sagrado para los “Sijs” es el Harmandir Sahib, el Templo de oro. El santuario, cuya construcción fue concluida en 1604, está totalmente revestido de oro y está ubicado en una isla artificial en el centro de una piscina en la ciudad de Amritsar, en la frontera Indo-Pakistaní.

La similitud entre el Templo de oro y el Beit Hamikdash judío sobresale no solo por lo que no hay en él-las esculturas- sino también por aquello que tiene dentro. En el templo de oro se encuentra una copia original del libro sagrado para los Sijs, el Gurú Granth Sahib, así como en el corazón del Beit Hamikdash está el Arca del Pacto y en él las tablas bajadas por Moshé del monte Sinaí, y la copia original del rollo de la Torá escrito por Moshé. En el centro del templo de oro se halla sentado un hombre anciano vestido de blanco que invoca al Gurú Granth Sahib y a su alrededor, un grupo de ancianos tocando instrumentos y también vestidos de blanco. En este cuadro resuena el clima del Beit Hamikdash, tanto por la vestimenta blanca de los que prestan servicio en él como por los instrumentos que estaban a cargo de los Leviim.

En particular, quedé sumamente impresionado de las ceremonias de la comida en el Templo de oro. Cada visitante, a su ingreso, recibe una porción de comida. Esta costumbre posee un elemento valorativo: todos comen juntos a diferencia del conocido enfoque en el hinduismo según el cual no se debe comer junto a una persona que se encuentra en un estatus inferior al tuyo. La ceremonia de la comida me recordó el consumo de los sacrificios en el Beit Hamikdash. Por ejemplo, en el sacrificio de Pesaj, todo el pueblo de Israel consume el mismo sacrificio en el mismo lugar, en una comida cuyo objetivo es el de representar el hecho de que “todos somos libres”.

Otro punto de similitud es la apertura reinante en los dos santuarios: el Templo de oro está abierto en sus cuatro costados, y tiene un espacio para huéspedes destinado al alojamiento de los que visitan el santuario, pero no pertenecen a esa confesión. Estas son manifestaciones de que el santuario está abierto para todas las personas, una apertura que resuena en la profecía de Ieshaiahu sobre el futuro Beit Hamikdash: “porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” (Ieshaiahu, capítulo 56, versículo 7). Así también en la inauguración del primer Beit Hamikdash el rey Shlomó le solicitó a Dios que reciba también la plegaria del gentil “que no pertenece a tu  pueblo de Israel” (Melajim I, capítulo 8, versículos 41-43).

Pero a la par de la notable similitud entre los dos santuarios, también existen puntos de diferencia entre ambos. El lugar del Beit Hamikdash en la vida judía es mucho más central que el sitio del Templo de oro en la religión de los Sijs. Desde hace miles de años el pueblo judío anhela el Beit Hamikdash, guarda duelo por su destrucción y ora por su reconstrucción, mientras que en la vida de los Sijs, la importancia del Templo de oro permanece en segundo plano.

Puede que la diferencia esté relacionada con el diferente significado que tiene el santuario para ambas religiones. La religión Sij no reconoce algún concepto que refiera a la santidad del lugar y a la santidad del tiempo. La importancia del Templo de oro emana del hecho de que el libro más sagrado para los Sijs mora en él. La ausencia de una santidad diferenciada-santidad del tiempo y santidad del lugar- emana entre otras cosas, del enfoque de que Dios se halla en todo lugar. No obstante también el judaísmo cree que no hay lugar en el mundo que esté vacío de presencia Divina “no hay sitio libre de Él”, pero preserva el concepto de santidad del lugar. El judaísmo cree que hay sitios singulares que posibilitan el acercamiento y el encuentro entre la persona y su Dios.

A raíz de este enfoque, el Beit Hamikdash está diseñado en base a la tensión de la apertura entre lo singular y lo diferente. El santuario está abierto, de un lado, para mujeres y hombres, para judíos y gentiles, y todos pueden traer sacrificios, no obstante a medida que se ingresa en su interior, las exigencias se tornan más y más estrictas. La aproximación al santuario impone singulares preparativos corporales y emocionales, y hay sitios en los cuales está vedado el ingreso. En el encuentro con la Divinidad hay una dinámica de ocultamiento y revelación, de exposición y ocultamiento, hacia adelante y hacia atrás

Para establecer la santidad en el mundo de lo profano, es necesaria la diferenciación y la separación. La diferenciación es una señal destinada a despertar en nosotros la percepción de la santidad.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Lehitorer leiom jadash: kriá mitjadeshet shel haTorá veshel jaJaim" ("Despertar a un nuevo día: una lectura renovada de la Torá y de la vida"),
 publicado por Maguid

 

Volver al capítulo